De un cofre dorado, sacó con reverencia el único recuerdo tangible de su pasado: el collar que le había regalado el conde después que ella le pidiera que olvidarán todo.
Con manos temblorosas, se lo colocó alrededor del cuello, sintiendo el frío toque de las piedras preciosas contra su piel.
Aunque su situación parecía desesperada, al menos con ese pequeño objeto cerca de su corazón, Eleonora encontraba un destello de esperanza y se sentía, por un instante, especial de nuevo.
Eleonora ignoraba por completo el poder oculto que yacía dentro del medallón que llevaba alrededor de su cuello.
Para ella, era simplemente un hermoso adorno, un recuerdo de tiempos más felices junto al conde.
Sin embargo, el conde, aunque no estaba seguro de cómo funcionaba, sabía que la naturaleza de aquel obj
