—Se fuerte, allá adentro —le digo mientras acaricio su cabello, es inevitable no poder tocar su cabello, me darían ganas de besarle enfrente de todos, para que vean que el hará su propia vida.
—Lo seré—me dice con voz relajada.
Al instante supe que con esa voz relajada podría controlarse, y aparte que llorar para que, no vale lagrimas esa mujer de parte de Eduardo, de pensar que será mi jefe, tendré que decir jefe Eduardo, o señor Eduardo, o no sé.
Eduardo se va con su hermano Pedro, ambos cruzan la puerta de la mansión, se abre, y Mateo me guía, por un pasillo, de la mansión, que es donde tengo que cruzar, al parecer es la puerta trasera, para no tener que cruzar la puerta, y ver todo ese desmadre.
Me estoy caminando el pasillo, y Mateo solo me guía, mientras caminamos, el
