CAPÍTULO DIECIOCHO
Angelica esperó hasta que Ruperto marchó a hacer algunos negocios en la ciudad antes de dirigirse abajo a las bodegas y a la puerta escondida que había allí. Ruperto probablemente pensaba que ella todavía no sabía ninguno de sus secretos, pero Angelica siempre había sido rápida cuando se trataba de encontrar lo que estaba escondido, y apenas había un m*****o del servicio doméstico que no conociera los rumores de lo que Ruperto hacía allá abajo.
Los gritos de la sirvienta que lo había traicionado habían revelado mucho de ello.
Se movía cuidadosamente. Estaba trabajando para asegurarse la lealtad de parte del personal de allí, había traído a algunos de los suyos, pero no los tenía a todos tan rápido y solo hacía falta uno para informar de esto a Ruperto. Tenía moratones
