Manuel Como lo prometí, los fines de semana era de mi nana Rosalba, así que cuando llegó el primero, me subí a uno de los famosos pullman de morelos y me fui desde el viernes por la mañana a Cuernavaca. Era mi último fin de semana libre antes de entrar a la escuela, por lo que tenía que aprovecharlo para estar con ella y ponerme de acuerdo en los días por venir. No está de más decir que yo soy el consentido de mi nana, y lo sé, aunque ella no diga nada. Así que cuando bajé del taxi y me quedé unos minutos en frente del portón, escuché el ladrido de Sansón, que como siempre es el primero en salir. —¿Eres tú, Manu? — Escucho su voz. —¡Si Nana! —Está abierto, empuja la puerta. Lo hago y de inmediato el pequeño Sansón sale disparado para morderme el pantalón y jalarlo de inmediato.