Ainhoa —¡Sexo en tu casa! ¡Sexo! — Grita mi padre mientras mi madre llora desesperada sentada en el sofá. —Papá. —¡En tu propia casa! ¿Cómo se te ocurrió? ¡Qué estabas pensando! Eres una niña. —No soy una niña y no lo sé.— Digo en llanto.— Perdón. —¿Perdón? ¡Perdón! Es lo único que sabes decir… mañana mismo vamos al ginecólogo ¿me entiendes? —Si papá. —No lo puedo creer Ainhoa ¡No lo puedo creer! ¡Confiaba en ti! Por eso me fui de viaje porque sabía que podía hacerlo y mira ¡mira!, quería que fueras una mujer responsable, con ambiciones. —¡Tengo ambiciones! — Grito — ¡Pero tú no me haces caso! ¡Sólo quieres que haga lo que tú quieras! Te he dicho hasta el cansancio lo que quiero y al parecer te da igual. —¿Cómo te voy a hacer caso? ¡Cómo! Si traicionas mi confianza ¡toda mi