Ainhoa Después de un mes de separación, por fin Manuel y yo teníamos una vía de comunicación que nos ayudaba al menos a estar más cerca aunque lo mejor es que él estuviera a mi lado. Con la complicidad de mi madre, podía hablar con Manu todas las noches mientras me encontraba en mi habitación, con los auriculares puestos como si estuviera escuchando música, pero en realidad escuchaba su voz mientras platicaba de su día, me ayudaba a hacer la tarea como siempre y me leía provocando que varias veces me quedara dormida al tono de su voz. Los fines de semana, platicábamos por horas encerrados en nuestras habitaciones y yo con el pretexto de no querer ver a nadie, no era molestada hasta que la llamada terminaba porque se acababa la batería o ambos nos quedábamos dormidos. Así, Manu y yo tuv