La casa necesitaba muchos arreglos, el techo colapsó debido a un árbol, había goteras y clavos que sobresalían de las paredes.
Edmund Santes la miró e intentó parecer optimista frente a su hijo – tomará algo de tiempo, pero será un hermoso lugar para vivir – le puso la mano en el hombro – ve por un poco de agua para tu viejo.
El chico asintió y tomó una cubeta para ir al pozo, desde ahí la casa se veía en peor estado, se encogió de hombros y siguió caminando, no le importaba en donde vivieran.
Varios minutos después volvió cargando dos cubetas.
– Oye – lo llamó una mujer de largo cabello castaño que cargaba una canasta – necesitamos ayuda en la casa grande y tú no te ves tan mal – lo miró de arriba abajo mientras caminaba a su lado – ¿qué edad tienes? – tocó sus brazos y hombros.
– D
