Su cuerpo se sentía caliente, pero su piel estaba fría. Tenía nueve años, entrenaba desde la mañana y al llegar la noche se resfrió. Gerald le puso la mano en la frente – el médico no vendrá hasta el otro mes, te llevaremos con un doctor en el mercado, haz algo con ese cabello. Cerró los ojos, se concentró y estornudó, su cabello siguió blanco y sus ojos rojos. – Deja de quejarte y hazlo – lo empujó Claude. Eli intentó decir que no lo hacía a propósito. – Ve por una peluca y una venda – dijo Gerald y media hora después Eli salía del castillo con una peluca negra y una venda sobre los ojos. Al cruzar por un mercado los sonidos y olores se volvieron importantes, al no ser capaz de ver puso más atención al ruido de los carruajes, el galope de los caballos, las voces, el tintineo de la