El territorio de Lia era el sitio más helado de todo Barbaros, las bajas temperaturas congelaban el lago y el aire frío cortaba como cuchillos afilados.– Necesito que enciendan la chimenea, me estoy congelando – gritó enfadado y durante cinco minutos completos no recibió respuesta – ¿no me están escuchando?, necesito que enciendan la chimenea.
Alguien golpeó la puerta – tenemos órdenes de mantenernos ocultos – fue la respuesta.
Con esa simple sentencia, Genos comprendió que nadie encendería ni siquiera una fogata para disminuir el frío y se hizo un ovillo en el suelo aferrándose a su cobija.
Estornudó.
Barbaros no fue fácil de gobernar, nadie le daba la ayuda que necesitaba, pero en el instante en que las cosas salían mal, lo culpaban.
La gente de Barbaros estaba acostumbrada a hacer
