Mirando el castillo que Alexis catalogo como... ¡aburrido!, tengo ganas de golpearlo, mantengo mi mano sobre la suya y camino siguiendo su paso, los sirvientes y guardias escoltados a ambos costados de la entrada, el jardín pavimentado con fuentes y adornos simétricos hacia los escalones y el inmenso castillo de apariencia pintoresca. Al llegar puedo despedirme de la sombrilla que cubría mi cabeza y caminar sobre la alfombra roja, hay mesas e invitados y todos hacen una reverencia al verlo. Alexis se detiene y voltea a verme, agacha la cabeza para besar mi mano, el último tramo del camino debe completarlo por su cuenta, yo me convierto en una invitada y él acomoda su abrigo antes de subir los escalones hacia donde está ubicado el trono. – Mil años de gloria – el ruido es atronador. La