NATASHA ―Algún día te llevaré enfrente ―anunció con seguridad. ―Eso jamás… ―puntualice. El viaje fue agradable, demasiado diría yo. Pues me sentía segura estando con él, a pesar de subir a una motocicleta y saber que estaba acostumbrado a conducir sin límites, tuvo la cortesía de hacerlo con precaución y a una velocidad aceptable también para los demás conductores que circulaban en las calles de New York. Supongo que no lo hacía por el reglamento de conducción, o por temor a que una patrulla de policía nos detuviera por exceso de velocidad. Se notaba tranquilo, como si nada le preocupara, podía observarlo por el pequeño espejo y también podía sentirlo, pues su cuerpo no estaba tenso como en otras ocasiones, se sentía relajado, ¿cómodo? Condujo hasta las afueras de la ciudad, entr