Huyendo

1149 Words
NATASHA Esa no era la mirada que deseaba ver. Me había esforzado por mucho tiempo para darle algo mejor y muy lejos del mundo vicioso en el que se había metido después de la muerte de mi padre. Mamá había dejado de ser una mujer impecable para convertirse en lo que era ahora. No sé en qué momento ocurrió todo, simplemente ella dejó de ser esa otra para terminar en un agujero oscuro sin salida. Ahora sus demonios eran míos también, aún sin haberlos atraído yo misma. No había otra alternativa. —Madre, no hay tiempo para eso ahora. Hay que irnos —dije desesperadamente. Le arrebaté de sus manos las dos botellas de licor que traía consigo. Por Dios, cómo es que hasta en estas circunstancias pensaba en embriagarse. Nunca iba a aprender y eso me frustraba más. De nuevo estaba arriesgado mi vida por salvar la suya, no sé por qué lo seguía haciendo si ella nunca ponía de su parte. Sin embargo, en el fondo lo sabía, no podía dejarla sola con eso. Por más que lo intentará, al final terminaba haciéndome cargo de ella. Su mirada me recordaba a la mujer que recta que algún día lo fue, antes de haberse perdido en ese vicio. Sé que mi madre era la única responsable de sus errores, incluso el mayor tiempo vivía ebria que sobria, o si no pasada con alguna de esas sustancias que se inyectaba. Por lo regular nunca estaba consciente de sus actos. Ya no quedaba nada de esa mujer que recordaba cuando era una niña, y esa era mi principal pesadumbre. —Oye —se quejó en el instante que conseguí quitarle la última botella de la mano —Lo necesito, no quiero estar sobria cuando nos atrapen. Cómo siempre, nomás pensando en ella. —No nos van a atrapar —asegure, mientras trataba de no alterarme —Pero si insistes en seguir llevando toda esa basura dañina contigo —señale el licor —Correremos el riesgo de que si logren atraparnos. ¿Eso quieres? Negó con la cabeza derrotada, pero aceptándolo tranquilamente. No tenía otra opción. El único momento que se podía razonar un poco con ella, era cuando llevaba más de 24 horas sin meterse esas basuras, aunque había ocasiones en qué su compartimiento era inquieto, pues le hacía falta su dosis. Dolía el solo recordarlo, puesto que ya tenía suficiente con solo verla perdida cuando recientemente se inyectaba aquel veneno. Tome la pequeña maleta y el bolso de mi madre, me acerque hasta ella y la tome del brazo para levantarla del asiento, ya que miré que ella no se movía. La dirigí hacia la puerta para salir del apartamento viejo en el que vivimos por casi diez años, y el que ahora abandonábamos. Esta vez no protestó, solamente dejó que la arrastrará hasta la parada del transporte público. No podíamos demorarnos más, así que le hice la parada al primer taxi que pasó y este se detuvo de inmediato. Debíamos llegar lo más pronto posible a la estación de trenes y buscar el vagón que me había dicho, el contacto que me ayudo con el traslado. Tardamos más de media hora en llegar a la estación. Inmediatamente, hice que nos moviéramos rápido para así lograr encontrar el vagón justo antes de la ahora de su salida. Tire del brazo de mi madre, quien no hacía nada por moverse por si sola, era como si nada le importará. La razón es que así lo hacía todo el tiempo, no mostraba interés en nada, ni siquiera después de que nos amenazaron con asesinarnos. Solamente el tío Akim era el único que tenía algo de control en ella. Su adicción la tenía completamente perdida, tanto, que en ocasiones se olvidaba de quien era yo, incluso hasta olvidarse de su nombre. Mientras pasábamos por cada vagón, buscaba el número asignado que nos tocaba abordar. Eran muchos, como también las personas, las cuales bajaban y subían de otros vagones. Apresuré el paso cuando finalmente vi el número 38 marcado en un vagón n***o desgastado. Un hombre alto y delgado estaba en la puerta revisando y dando el permiso para que subieran los pasajeros. Mujeres, niños, hombres y ancianos abordaban. Al instante que nos colocamos enfrente del hombre, le tendí un papel donde estaban escritos unos datos y el nombre de la persona que me ayudó a conseguir el viaje. Sabía que lo que estaba haciendo era ilegal, salir de Rusia y entrar a otro país sin documentos y sin una identidad que diga quién era, no era la forma más fácil de huir y entrar a otro lado que no sea con pasaporte. Es por eso que tuve que buscar ayuda con alguien que supiera sobre un traslado ilegal, no tenía otra elección después de lo que hizo mi madre. El hombre revisó varias veces el papel y esas mismas veces me examinó detalladamente, su mirada lasciva no la hice de menos, pues ahora me iba a tener que cuidar del tipo, en caso de que abordáramos el tren. —¿Вы только вдвоем? —pregunto en ruso, sin dejar de observarme de arriba hacia abajo. —да —respondí segura, sin mostrar lo nerviosa que me estaba poniendo. Sé que se le debe hacer extraño ver a una chica sola con una madre que no muestra signos vitales, intentando subir a un vagón lleno de personas indocumentadas. Tal vez se ha de preguntar de qué puedo huir yo, siendo rusa. Pero eso nadie lo sabrá, y mucho menos un extraño. La preocupación me estaba invadiendo, pero no lo permití. Por fuera estaba mostrando seguridad, aunque por dentro, los nervios me estaban inquietando. Tenía temor de que nos descubrieran y que cualquiera nos lanzará a las sucias manos de la Bratva. Huir de esa organización era lo más peligroso que podía existir en el mundo, y más si vivías en este país. Ahora mi destino estaba junto con el de mi madre, solas, y huyendo del crimen organizado más brutal de todos. Cuando el hombre terminó con su exagerada examinación, asintió finalmente y señaló con su misma cabeza para que subiéramos. Pude respirar con alivio, por un momento pensé que nos delataría Ayude a mi madre a qué abordará primero, continuaba sin poner mucho de su parte. Sin embargo, está vez se esforzó un poco y cargó su bolso mientras subía por los cortos escalones. Cuando ambas estábamos arriba, busque con la mirada un espacio para acomodarnos. El lugar que sería nuestro asiento en todo el viaje. Tal vez no era el más cómodo y limpio en el que me había sentado antes, pero al menos ya estábamos seguras. Muy pronto estaremos a kilómetros de Rusia, y con eso me refiero a que el peligro dejará de acecharnos finalmente. *** Traducción: ¿Вы только вдвоем? (¿Son solo ustedes dos?) да (Sí)
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