El timbre del teléfono sonó al costado, interrumpiéndolos. Ms. Harden extendió su mano y contestó. Era la secretaria Windsor. Escuchó la información que le decía Leonora, mientras seguía mirando a Heinrich.
—Entiendo —dijo Ms. Harden a su secretaria. Luego, colgó el teléfono—. Mr. Drexler, lamento decirle que tengo un asunto urgente que atender. Parece que nuestra reunión ya ha acabado por hoy.
—Eso parece —contestó él, con desánimo.
—Nos vemos mañana. Lo estaré esperando —dijo Ms. Harden, con incentivo.
—Adiós.
Heinrich se alejó de ella, pensativo. Era raro, a veces sentía que Ms. Harden estaba siendo real, pero en otras ocasiones no podía sentir nada, como si fuera fingido o forzado. Lo único que resultaba seguro era que esa mujer era un código enigmático, que cuando creyó haberlo d
