Heinrich regresó a su apartamento en el Ferrari que Hebe le había entregado. Lo llevó al estacionamiento. Se dirigió a su cuarto y se sentó en el colchón. La suavidad del lecho parecía envolverlo, proporcionándole un breve respiro para reflexionar sobre los acontecimientos recientes. La imagen de Ms. Harden seguía fresca en su cabeza, sus gestos, sus palabras, la conexión que compartían. A pesar de que ahora eran novios y estaban comprometidos, Heinrich se encontraba sumido en pensamientos profundos sobre el nuevo capítulo que se abría en su vida. Había conseguido una esposa y la madre de sus hijos, que a su vez era la salvadora de su familia y de su empresa, que había evitado que quebraran. En el momento más crítico y tormentoso de su vida, la misma mujer que lo había lanzado al abismo er