Ms. Harden respondió con habilidad al saque inicial de Heinrich. Jugaron con intensidad, cada uno tratando de superar al otro, pero no podían ignorar la tensión palpable en el aire, como si el deporte fuera solo un pretexto para algo más. A medida que avanzaba el partido, los roces accidentales se volvían más frecuentes. Cada interacción, aunque fuera deportiva, parecía cargar con una carga eléctrica. Heinrich, a pesar de sus esfuerzos por mantener la compostura, sabía que no solo se hallaba en medio de un encuentro de tenis, también estaba en un juego de seducción que iba más allá de las líneas de la cancha. La complicidad en sus miradas revelaba un entendimiento implícito, como si ambos estuvieran explorando terrenos desconocidos, se tentaban de manera mutua y ninguno rechazaba el corte