Ms. Harden y Heinrich, luego de la forma hostil y desagradable en que había terminado su cena de negocios, permanecían mirándose con fijeza. Heinrich fue el primero en actuar y cerró el acceso con lentitud y suavidad. Debió haber visto mal, porque por un momento le pareció que Ms. Harden estaba allí parada. Ms. Harden dibujó una sonrisa de sagacidad en sus cincelados labios y por un instante expresó un gesto de diversión en su cara. Era valiente al atreverse a cerrarle la puerta en la cara. Mas, no había percibido ningún acto de rencor o venganza. Más bien era producto del asombro que tenía. Volvió a presionar el timbre y él abrió de nuevo la puerta. —Buenas tardes, Mr. Drexler —dijo Ms. Harden, para romper el hielo y la tensión que había entre ellos. Era normal que se sorprendiera. Así