Los rayos de sol traspasaron la cortina de la habitación en donde se encontraba Katherine durmiendo, su rostro comenzó a fruncir su ceño ante la claridad un tanto molesta de la habitación por lo que de su garganta salió un leve gruñido. Ella quería seguir durmiendo ya que en toda la madrugada había estado haciendo el amor con su esposo, una leve sonrisa se muestra en su rostro al solo recodar la sensación en su cuerpo, Katherine lo había disfrutado demasiado. Aunque sus ojos aún se encontraban cerrados podía sentir que Dominik no se encontraba en la cama junto a ella o en la habitación, en el lado de la cama donde dormía el Alfa se encontraba nada más su almohada para que Katherine la abrazara.
Mientras que se levantaba la sábana blanca suavemente se deslizaba por el cuerpo desnudo de Katherine, al estar parada en la enorme habitación noto que había una pequeña nota en mesita de noche que se encontraba al lado de la cama. Al tomar el papel entre sus dedos no pudo evitar sonreír al leerla mientras caminaba hacia el baño que estaba en la habitación.
“Disculpa por irme sin avisar, he tenido que ir a una junta en la empresa. No te preocupes con tus tareas en la manada hoy, le he dicho a Emily que cancelara todo para que pudieras descansar bien… Te amo con todo mi corazón, eres mi luz en la oscuridad…”
Cualquier persona al terminar de leer una nota la botaría y dejaría que su mente recordara las palabras escritas en un papel, pero Katherine no. Cada pequeña nota o carta la guardaba en un cajón de su closet y fue por eso que aquella nota no había sido botada, Katherine luego de haber guardado la carta se dirigió hacia el baño. Mientras dejaba que el agua tomara una temperatura tibia le colocaba esencias junto con flores para relajarse, pero no podía evitar pensar en las tiernas palabras que su esposo le había dedicado en la nota.
Dominik era un Alfa tan amoroso con su esposa que muchos se sorprenderían ante las palabras que le había dedicado, pero ese hombre se encontraba tan feliz que nadie podía quitarle aquello. Desde que se había levantado temprano había tenido una gran sonrisa y tenía un aire de felicidad, todos los que se encontraban despiertos tan temprano se habían dado cuenta, pero no tenían que ser tontos para saber lo que había pasado.
El agua tibia relajaba los músculos del cuerpo de Katherine ante la gran movida que tuvo en toda la madrugada, al frente se encontraba un espejo grande que la visualizaba a ella en la tina, no le molestaba, más bien le agradaba verse allí y apreciarse a sí misma. Su rostro se inclinó un poco a la izquierda dejando observar la marca de una mordida, sus dedos suaves tocan aquella marca que le había hecho entre Dominik y su lobo Axel en la luna de miel. A La de cabello rizado al principio estaba insegura ante aceptar la petición de su esposo en hacerla, pero Noah en una oportunidad le había dicho que aquel acto era muy importante para ambos, y vaya que le había dolido, pero Dominik hizo que el dolor se convirtiera en placer en ese momento.
Katherine estaba un tanto feliz de que hoy no haría nada, desde que había comenzado el mes la manada había solicitado su ayuda en varias cosas, aunque intentara ignorarlo sentía las miradas de desagrado e irritación de varias personas en ella. Y la razón era porque aún seguía aprendiendo sobre su cultura y cosas que no entendían al ser una humana, en una oportunidad se lo quería informar a su esposo, pero sentía que no debía o que resultaba irrelevante. Aunque algunas personas le desagraden el que una humana no entendiera sobre ellos tenían que aprender a vivir con eso, porque Katherine era su Luna y así seria por largos años.
Unas de las tareas más importantes de ser Luna era bautizar a las nuevas generaciones de la manada, pero Katherine no pudo… La tensión que había cuando cargaba a un niño era tan fuerte que se sentía asfixiada y la razón era porque solo la estaban mirando esperando que cometiera algún error en la tradición de hace muchos años. Ella en ningún momento había cometido un error, más bien lo había practicado con anterioridad con Emily, pero toda persona tenía un límite y Katherine había llegado a uno en donde ya no soportaba esa clase de miradas.
Antes cuando trabajaba de acompañante en la agencia no le importaba que la miraran con desagrado, en ese momento se había acostumbrado por años viviendo en los barrios pobres de Alemania. Pero ahora le preocupaba el que dirían, y era normal. Ahora el título de Luna le pesaba como no tenía idea y había cambiado por completo. En su mano tenía el “poder” y la vida de las personas en la manada, ante un error podía ser grave.
(…)
En la mansión solo se encontraban los sirvientes haciendo sus deberes y por esa razón Katherine se encontraba comiendo a solas en el comedor. No había encontrado a Emily por ningún lado, pero eso no le molestaba. Más bien por dentro Katherine estaba feliz que nadie estuviera a su lado en ese momento, los chicos se encontraban en la escuela estudiando y no tenía que preguntar el paradero de Noah porque sabía que se encontraría con su esposo. Cuando termino de tomarse el último sorbo de café que estaba en la taza una empleada tomo las cosas para colocarlas en un carrito y llevárselo, pero Katherine la detuvo levantando una de sus manos. En ese momento las acciones de la empleada se detuvieron y miraron con curiosidad a su Luna.
―Estaré descansando en mi habitación, no quiero que nadie me moleste…―La empleada únicamente asiente con su cabeza entendiendo la petición de su Luna y cuando termino de recoger el plato se retiró rápidamente. Katherine no se movió de su asiento hasta que a sus oídos llegara el sonido de la puerta de la cocina, ella reconocía cada ruido en la mansión cuando exclusivamente se encontraba ella con los empleados y el silencio reinaba en el lugar.
El cabello de Katherine se movía como olas con cada escalón que ella subía, pero al llegar al segundo piso de la mansión se detuvo. A un costado de ella se encontraba el pasillo que daba hacia las habitaciones de todos, pero eso a ella no le interesaba, le interesaba más que nadie viera que subiría al tercer piso. Se quitó sus tacones y comenzó a subir las escaleras al tercer piso, allí no había mucha claridad, nadie utilizaba aquel piso y los empleados no iban allí desde que Katherine descubrió el gran secreto que había ocultado su difunta suegra. Sus descalzos pies sintieron el polvo en el suelo y su nariz se estrujó al sentir la necesidad de estornudar, pero no se podía dar el lujo de hacerlo.
El tercer piso solo eran habitaciones vacías, Katherine estaba segura de que su suegra pensaba que tendría una gran familia que viviría allí o hasta Bruno lo llego a pensar, pero no fue así. Aquel piso se había convertido en el lugar favorito de Katherine, su obsesión, su gran secreto…
Ni los chicos subían allí, tampoco Bruno, Emily o el mismo Dominik… Katherine pudo notar que no les interesaba y eso solamente hizo que su obsesión creciera. No quería que nadie más lo supiera, se había vuelto egoísta con su secreto y llego en un punto en que agradecía a su suegra por lo que hizo… Sin ella no hubiera descubierto aquello.
En el tercer pasillo se encontraba una puerta de madera un tanto vieja, pero con cerradura y nada más la tenía Katherine. Se quitó el collar que escondía entre su vestimenta y al introducirla la giro tres veces a la derecha, a sus oído pudo escuchar como algunas cosas metálicas haciendo ruidos leves entre ellas y luego se escuchó como la puerta se abría.
Sus pupilas se dilataron al ver su obsesión y su sonrisa creció mucho más al cerrar la puerta detrás de ella… Katherine había nombrado aquella enorme habitación como la propia Diosa a la cual los hombres lobos crían… La Diosa Lunar.