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Durante una semana me la pase llorando y vomitando como condenada. Mi madre me miraba con mucha lástima, había perdido varios kilos. Pero toda su atención estaba en mi padre, quien llevaba varios días internado en el hospital del pueblo, la neumonía lo estaba matando, no había forma de que mejorara. Estaba tan asustada, trate de ser el apoyo de mi madre, ya que el médico dijo que no había mucho por hacer por mi padre, con apenas diecisiete años, tenía que lidiar con la posible pérdida de mi padre y de mi primer amor.
Pasaba los días llorando, era algo que no podía evitar, evite a Benjamín a toda costa, en otro momento me hubiese enfrentado a él, seguramente le hubiese dado vuelta la cara de un cachetazo, pero no contaba con esa energía. El dolor había consumido todas mis fuerzas, mi padre se había ido, y con él la sensación de ser protegida. El hombre más importante de mi vida se fue y no volvería, la neumonía lo mato, paso sus últimos días conectado a un respirador y fue desbastador, mi padre el famoso Don Jose era un roble, duro como pocos, robusto en su mejor momento y bonachón. Pero esa maldita enfermedad dejo solo su pellejo, a penas fue consiente en sus últimos días, estaba tan dopado para que no sufriera que estoy segura que no escucho nada de lo que le decía cuando lo acompañaba.
Nos encontrábamos en el cementerio, dándole a mi padre su santa sepultura y allí estaba Sabrina, abrazando a Benjamín como si el padre muerto fuera de él. No hice más que consolar a mi madre, de la rabia no pude llorar la perdida.
Benjamín había tratado de acercarse más de una vez, pero no lo deje, no quería tenerlo cerca, todavía tenía latente las palabras que había dicho, aun se reproducían los besos que se había dado con Sabrina y como ella se la paso abrazada a él en todo el funeral y entierro. Mi tía Antonia estaba en viaje, quería estar con mi madre, a penas supo lo que paso arreglo sus cosas y voló para Argentina.
Una vez llego pude encerrarme a llorar en mi habitación, mi madre no estaría sola y yo necesitaba derrumbarme sin ser vista. Algunos parientes cercanos y lejanos fueron a visitarnos, los señores Brown le dieron los días que necesitara para recuperarse, aunque lo veíamos complicado, mis padres se conocían desde muy pequeños. Fueron compañeros por cuarenta años. Toda una vida, se casaron con tan solo diecisiete años, por casi veintitrés años esperaron el milagro, que fui yo. El embarazo de mi madre fue de alto riesgo y casi morimos las dos el día del parto. Mi padre fue el mejor del mundo, con apenas la primaria realizada y con solo conocimientos en el campo me trato como su princesa, era bruto con casi todos, pero conmigo y mi madre era dulce y considerado. Nos haría mucha falta.
Después de varios días volví a comer, obligada por mi tía tuve que tragar lo que había puesto en mi plato. Mi madre estaba un poco mejor, mi tía le daba espacio pero a la vez la instaba a que no se dejara caer. Antonia conocía de primera mano ese dolor, también era viuda.
Automáticamente después de terminar de comer las nauseas aparecieron y tuve que correr al baño a vomitar, mi tía Antonia, quien parecía un fantasma porque estaba por todos lados me ayudo luego de haber vaciado mi estomago. Me dejo recostada en mi cama, después de varios minutos apareció con un té.
- Hace cuanto estas así? – pregunto tranquilamente, aunque la mirada que me daba era inquisitoria
- Antes de que papa – la voz se me quebró, pero respire profundo para no llorar – desde que murió.
- Mas o menos dos semanas? – parecía estar sacando cuentas – o más??
- No recuerdo, pero tal vez tres semanas – la verdad era que no había prestado mucha atención a desde cuando, pero ahora que lo pensaba llevaba mucho tiempo así. Ahora temía estar enferma, y si moría y dejaba sola a mi madre?
- Has estado con alguien? – mi cara se toro roja y no pude sostenerle la mirada a mi tía de solo recordar los encuentros con Benjamín. Mi tía tenía una mirada tan penetrante que sentía que leería mis pensamientos – desde hace cuento tiempo y lo más importante, se cuidaron?
- Hace meses – tenía mucha vergüenza, nunca imagine tener que contarle a mi tía cuando tuve relaciones – y no nos cuidamos.
- Hace cuando no te baja – creo que hasta ese momento no había sospechado que podría ser, las lagrimas comenzaron a caer como cascada.
- Estoy embarazada? – pregunte con la garganta hecha un nudo, instintivamente lleve mis manos a mi vientre.
- Sospecho que si, quien es el padre? – se acercó a abrazarme cuando mi llanto se intensifico. Al ver que no respondía y solo lloraba se alarmo – te han hecho daño? Alguien te obligo?
- No tía – tuve que obligarme a hablar cuando escuche la voz alarmada de mi tía – yo estoy enamorada, no me obligo.
- Hija me asustaste, lo conocemos? Deberíamos asegurarnos de que estas embarazada para luego dar la noticia.
- El no debe saberlo tía, el ahora está con alguien más y este bebe solo estorbaría.
- Como que esta con alguien más?! El debe hacerse cargo si estas embarazada.
- No tía, por favor, primero vamos al médico. Y después veremos – mi cabeza daba vueltas, que haría, cada día estaba más perdida que el anterior.
Junto con mi tía fui a una clínica privada alejada del pueblo, para que los chismosos no supieran que efectivamente estaba embarazada de dos meses. En el camino de vuelta reinaba el silencio, Antonia tomaba su mano y la acariciaba para que supiera que no estaba sola.
- Sabes que no tienes mucho tiempo antes de que todos se enteren no? – pregunto.
- No sé si quedarme aquí – realmente no quería quedarme allí y ser la que cazo al niño rico. Después de todo él no me amaba.
- No digas eso hija, el debe saberlo, al igual que tu madre – tenía demasiado que resolver, estaba muy asustada.
- A mi madre se lo diré cuando lleguemos, no podría seguir viéndola a los ojos.
- Ni yo – dijo mi tía y no volvimos a hablar hasta encontrarnos paradas en la puerta de mi casa – no estás sola, pase lo que pase tienes mi apoyo.
- Gracias tía – sabia que todo cambiaria, que la niña mimada tendría que convertirse en mujer y hacerse cargo de sus actos, en mi vientre lleva la prueba de que había hecho cosas de grandes, como decía cuando era una niña, y como tal tendría que afrontar las consecuencia. Con Benjamín o sin el, este bebe me pertenecía y haría todo para que fuera el niño más feliz del mundo, no le haría faltar absolutamente nada.
Este bebe seria amado por su madre, pasara lo que pasara y pese a quien le pese llegaría a este mundo.