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Aquí estoy, sola pero decidida a no ser pisoteada de nuevo. Me enfrere al mismísimo Lucifer en persona. ¿Quién diría que fuera una mujer? Inhalo aire suficiente en mis pulmones, exhalo y abro la puerta. La luz tenue del sol de las cuatro de la tarde entra por las ventanas de la habitación de mis padres. Me alivia un poco saber que no está aquí. Observe alrededor de la habitación de grandes dimensiones, pocas veces entre aquí en mi juventud. Hay una pequeña sala de estar en medio y una mesita de madera de caoba con acabados hermosos. Lo que recuerdo de hace muchos años aun permanece tal y como estaba en aquel entonces. Mi madre no ha hecho muchos cambios a pesar de todo. Continuo observando hasta localizar hasta el fondo al lado de su cama sobre una mesa de noche, aquella carpeta que esta