Capítulo 8

2679 Words
Sentí los jadeos de su respiración agitada por encima de mi cabello. Yo aun había entendido que había pasado. Instintivamente abrace a mi hermano y estalle en su camisa, oprimí mi llanto en su pecho. Él solo frotaba ligeramente mi espalda, sus manos temblaban más que las mías. Aun estaba furioso. —Ve al baño — Dijo separándome de él. —¿Qué ? —Apresúrate — No entendí el porqué requería ir al baño, pero así lo hice. Me levante rápidamente y camine, encendí la luz y cerré la puerta. Me senté sobre la bañera y encogí las piernas, esperando en silencio hasta que Joseph me dejara salir. Escuche varios pasos presurosos que llegaron a mi habitación. —¿Qué sucede?—escuche la voz de mi madre preocupada. —No es nada —le contestó Joseph con el mismo tono de voz de siempre— Tuve que darle un buen golpe para que quedara quieto. ¡Fue más que un solo golpe! —¿Qué? - dijo mi madre horrorizada— ¿Acaso no sabes de qué familia viene y lo que acabas de hacer? - ¡No me importa su familia! - respondió Joseph enfadado. —¿Acaso no te das cuenta que este hombre podría ser esposo de mi hija? - exclamo mi madre con orgullo. —Un hombre como él, no merece tenerla. Ningún hombre se va a acercar a Abi mientras yo viva. — ¿Y ese amor fraternal? - pregunto extrañada. —No es de tu incumbencia. -—¿Dónde está Abigaíl? - Al fin después de varios minutos se da cuenta que no estoy en la habitación. —Tomando una ducha— dice rápidamente Joseph - ¿Tomando una ducha? Inhale profundamente para tratar de tranquilizarme, siga escuchando con atención las excusas de Joseph. —Esté bueno para nada, le vomitó encima— dijo simplemente. - ¿Y qué haces tú aquí? —Le intento ayudar con este imbécil. ¡Míralo! Esta totalmente borracho e inconsciente —Tal vez, por la golpiza que acabas de proporcionarle— le impugno mi madre. —Bueno si tanto lo proteges ¿Por qué no te lo llevas? —En mi pequeño escondite de escuche que otras personas ingresaban en la habitación. —Disculpe señora, ha sido mi culpa, debí vigilar al joven — distingue la voz de Edmund. —Solo es culpa de Joseph, Edmund. Llévenlo a una de las habitaciones para huéspedes y llama a un médico. —De inmediato — Las voces de mi habitación se apagaron. Varios ruidos se escucharon, gemidos. Tal vez era Ángelo, pero poco a poco desaparecieron. Repentinamente tocar en la puerta del baño. Trague saliva, posiblemente era Joseph, yo levanté de mi posición, dispuesta a abrir la puerta, pero sentí tanta vergüenza que no me atreví a quitar el seguro de la puerta. Me quedaría sumida en mis propios pensamientos. ¿Qué me diría Joseph? ¿Me regañaría? ¿Insultos tal vez? ¿Podría ser este el fin de la amistad que tenía con Ángelo? ¿Podría verme a la cara después de lo que paso? La perilla de la puerta giro, intenta abrir sin éxito. Entonces por fin escuche su voz. —Abi déjame entrar — murmuro suavemente. Mire la perilla, intentando encontrar el valor para enfrentarlo. - ¿Por qué? - dije tragando mi propio orgullo, miedo y vergüenza. —Solo abre— volvió a insistir. Su voz aun con ese tono tan suave, lindo, profundo y varonil. Un escalofrió extraño surgió de un lugar que no me esperaba, a pesar de mi dolor mi corazón resultó volver a tener vida con tan solo escuchar la dulce voz de Joseph. Observe mi pobre y maltratado vestido, estaba horriblemente desgarrado. Joseph tuvo que ver mi sostén de encaje al abrazarme, fue tan solo unos instantes pero sé que lo vio. Mas razones para no dejarlo pasar. - ¿Vas a abrirme? - Pregunto. ¡Oh no! ¿Por qué Dios mío? —Espera un momento — Observe a mi alrededor buscando una toalla o alguna bata que podría cubrirme. Busque en los cajones del tocador y encontré una bata rosa. Me tape enseguida y la amarre firmemente. Inhale y exhale aire antes de abrir. Lentamente quite el seguro, camine unos pasos atrás y en cuestión de segundos la perilla de la puerta giro. —Hola — murmura. - ¿Estás bien? —Su voz hizo eco en el baño. Sorprendentemente, mi corazón dio un salto. Esto comenzaba asustarme, no tenía sentido. - Si, murmura. Mi voz sonó vacilante, no parecía convencerle del todo. Dio un paso hacia mi, automáticamente me aleje un paso de él. - ¿En verdad te encontramos bien? - Me miro tristemente. No puedo soportar ver esa mirada. Podría desvanecerse mi dignidad por completo si vuelve a mirarme otra vez así. —Lo estoy— responde dudosa de mi propia respuesta. ¿Realmente me tenían bien? Estaba siendo interrogada en mi propio baño por la persona que más me odiaba en este mundo. Tal vez quería saber los detalles de lo que paso, había sido mentido para no desacreditar a Ángelo. ¿Mis respuestas eran el p**o por su encubrimiento? - ¿Segura? —Solo rompió mi vestido, no es nada - ¿No es nada? —Pregunto en un tono ligeramente enfadado— Abi, casi eres violada en tu propia cama ¿Eso no es nada? ¿Hubieras preferido que lo hiciera? - ¡No! Se acerco más y más. Cerro la puerta azotandola con fuerza para después de toda libertad, abrazarme. —Es mi culpa, debí haberte cuidado. Lo siento. Sus manos se deslizaron por mi espalda, ese extraño escalofrió regresó pero yo envié una salva en sus brazos. Esa sensación de seguridad se hizo cada vez más intensa al estar tan cerca de él. Aquella experiencia era tan solo un cruel recuerdo que podría olvidar si tan solo se quedara aquí conmigo. No podría volver a conciliar el sueño en mi cama esta noche, no con eso rondándome en la cabeza. - No es tu culpa —Claro que lo es, no debí permitir que entrara a esta casa— Dijo con dolor en sus palabras— Debí echarlo de aquí en cuanto lo pensé. No quiero que te vuelvas a acercar a él oa ningún hombre. Sabía que algo así podría salir de su boca. —Lo matare la próxima vez, lo que veo cerca de ti o cualquiera que pretenda hacerte daño — Su cara tenía una severa expresión de furia. Suspiraba cada varios segundos, los síntomas de tranquilizarse a sí mismo. —Tratare de ser más cuidadosa en el futuro. - ¿Futuro? - pregunto irónico— ¿Acaso crees que dejare que ese maldito se te acerque de nuevo? Escucha bien lo que diré porque solo lo repites una vez Abigail… Ese estúpido no volverá a pisar esta casa y tú, nunca volverás a salir sin compañía. - ¿A qué te refieres con que no puedo salir sin compañía? —A partir de mañana yo estaré a cargo de tu seguridad, ¿Entiendes eso? - Me soltó y avanzo nos pasos hacia atrás— Tendrás un guardaespaldas cerca de las 24 horas del día. - ¿Por qué? No tienes derecho a hacer eso. —Desde ahora lo tengo. Camino saliendo presurosamente del baño. Dispuesto a salir sin darme explicaciones de su decisión. Corrí para alcanzar y tomar su manga. —Soy adulta, se cuidarme sola. Esto solo fue un accidente: respuesta enfadada. - ¿Y cuando no sea así? - Se inclino hacia mí, su rostro llego a la altura de mí. Me encontré con su mirada. Me mantuve firme. No quería ser vista todo el día por un servicio de seguridad y menos si a quién tenían que rendir cuentas era a Joseph— ¿Qué harás si ese estúpido vuelve a intentarlo? Niego con la cabeza. Aun trato de pensar que responda, mi subconsciente parece estar de acuerdo con las excusas de Joseph pero también me incomoda ser observada todo el tiempo. "No sé", Joseph se conforma con mi respuesta. Me mira y asiente con la cabeza, seguro de la decisión de proporcionarme seguridad. Se da la vuelta y avanza hacia la salida. Intento hablar para detenerlo pero yo quedo sin habla. Camino rápido hasta alcanzar un pequeño pliegue de su manga. Se gira al ver que lo sostengo con fuerza. No te ... vayas— murmurar. Me sonrojado, siento un calor horrible sobre las mejillas. Fijo la mirada sobre la alfombra de colores que esta sobre todo el piso de la habitación. - ¿Por qué? - El tono de su voz ha cambiado. Le miro de reojo, ha fruncido el ceño. Sé que es un poco extraño lo que hago pero no quiero estar sola. No quiero dormir en esta habitación— Continua mirando las extrañas formas que se crean con los colores de la alfombra. Mi extraña manera de evitar el contacto visual entre lo que parece funcionar, regresa un paso hacia mí. Suelto su manga ágilmente, y vuelvo a mirarlo. —Buscaré a una de las mucamas, para abrir la puerta de unas de las habitaciones de la casa. No logra entender lo que estoy pidiendo No— vuelvo a murmurar— No puedo dormir en otra habitación. No quiero crear rumores sobre porque debo dormir en otra habitación que no es la mía. Y con lo que paso esta noche ... creo que ya es bastante malo, para ti y para mí. ¿Puedes hacerme un favor solo por esta noche? - ¿Qué quieres? —Cuestionó desconcertado, aun no parecía comprender que tenía miedo de estar en esa habitación, porque no quería recordar lo que había pasado y tenerlo cerca, tan solo su presencia podría hacer la diferencia al menos por esta noche. - ¿Puedes dormir conmigo? - ¿¡Qué!? - La amplia y atónita mirada de sus ojos se incrusta en la mía. Incluso ahora creo que está mal interpretando lo que estoy pidiendo. —Dormir sola ahí, la verdad no me convence. Tengo… miedo — Trago saliva y vuelvo la mirada nuevamente a la alfombra. Varios segundos pasan, sin recibir respuesta suya. —De acuerdo Doy un largo pero muy calmado suspiro. Temía pensar que dijera “No” y tener que dormir en el pasillo por temor a mi habitación. Camino al pequeño sillón donde deje arrojada mi vieja pijama. Es lo único cómodo que puedo usar, aunque es un poco vergonzoso que Joseph vea los tiernos y muy infantiles dibujos que tiene estampada. —Ponte cómodo, ahora vuelvo— una pequeña mueca se arrastra en sus labios, y mira alrededor inspeccionando el lugar con la mirada. Camine hacia el baño con el pijama en las manos, me cambian enseguida dándome prisa antes de que se arrepintiera. Al vestirme con un poco de torpeza, logre dar un vistazo antes de salir. Lo vi sentado sobre el pequeño sofá revisando su teléfono móvil. Me daba vergüenza qué me viera en pijama, seguro se burlara de mi pijama de gatito, tal vez si camino rápido hacia mi cama y yo cubro con las cobijas, quizás no vea mi estúpida e infantil pijama. Al salir camino rápidamente, pero al llegar a mi cama, no en su rostro una sonrisa que muestra su dentadura. ¡Me vio! - ¿Qué te da tanta gracia? - pregunto avergonzada. —Nada— dice y niega con la cabeza varias veces hasta que su mirada vuelve a su teléfono. - ¿No te acostaras conmigo? - Levanta la mirada. Se forma una pequeña sonrisa en sus labios pero vuelve la mirada a su teléfono. - ¿Quieres que me acueste contigo? ¿En tu cama? —Parece que mi pregunta le divierte. Pero sigue con la mirada en ese maldito teléfono. No quiero que duermas en la alfombra o en ese pequeño sillón — Le digo con firmeza. Me mira perplejo. - ¿Por qué? - Por fin deja el teléfono y lo mete en el bolsillo de su camisa. Se levanta y camina hacia la cama hasta sentarse sobre la orilla, me mira fascinado. —Porque quiero que duermas a mi lado, como cuando éramos niños. —Cuando éramos niños, dormíamos casi desnudos— Le miro incrédula. Hago memoria en mi cabeza, recuerdo que yo dormía con pijama, él era el que dormía solo con sus calzoncillos y una camiseta. - ¿Y eso qué? —Le reto con la mirada. Sé que trata de evitarlo, pero no quiero que mañana se esté quejando porque no podía dormir por mi culpa. - ¿No te importa? - ¿Debería? —Vuelvo a contradecir sus excusas. Se levanta de su lugar y comienza a desabrocharse los botones de la camisa. Levanto las cobijas para que se acueste a mi lado. Vuelvo a observarlo y ya se ha quitado la camisa y los zapatos. Se aproxima hacia mí y arrastra las cobijas a su lugar. - ¿No te acostaras en la cama? —Si— Asegura con una sonrisa. Sin quitarle el ojo de encima, observo que se ha acomodado en mi cama sin cubrirse. Apaga la luz de la habitación. Solo nos ilumina la luz de las dos pequeñas lámparas de mis mesas de noche. - ¿No pasaras frio? No — Cierra los ojos y cruza los brazos. Me resigno a dejar esto por las buenas y me acomodo en mi lugar cubriéndome con las cobijas de mi cama. Presiono el interruptor de la lámpara en mi mesa que apaga las dos lámparas. —Oye ... —escucho que susurra y yo giro buscando su cuerpo. - ¿Qué? - le digo en voz baja. - ¿Aceptaras que te resguardan un servicio de seguridad? - susurra sin moverse de la posición en la que se encuentra tiene algunos segundos. No— murmuro y le doy la espalda para acomodarme en mi lugar. —Por favor— dice en tono suplicante. Me abraza por encima de las cobijas y oprime su cuerpo contra el mío — Con lo que vi que tienen problemas de hacerte ese maldito, no podre estar tranquilo. —Pero ... - ¿Quieres que me vaya a mi habitación? - me amenaza. Me suelta y gira para evitar que se marche. —Está bien— digo desesperada— Hare lo que quieras Sin lograr ver bien lo que hace, puedo sentir que su cuerpo aun sigue en la cama. Mi mano lo busca hasta encontrarlo en la misma posición anterior. —Joseph— pronuncio su nombre esperando que me diga algo. Después de esperar varios segundos sin responder. ¡Es imposible que se quede dormido en tan poco tiempo! Me quedo sentado en la cama, esperando, escucho su respiración, es tan suave y controlada. En la oscuridad huelo su perfume, ese aroma es tan dulce. Me acercque a él, no lo veo muy bien pero puedo imaginármelo. Lo conozco aunque ha cambiado. Empiezo a pensar en lo que me dijo esta mañana. Sus palabras son tan claras, verlo diferente, no como un hermano si no como un hombre. Tal vez sea secuelas del trauma y el shock que me invaden la cabeza pero esa idea no parece tan loca. —Joseph — Vuelvo repite para confirmar que se ha dormido. Me inclino vacilando sobre lo que estoy a punto de hacer. Mis ideas no están claras pero debo saber si lo que ahora da vueltas en mi cabeza puede ser posible. Planto en la comisura de sus labios un beso. Sus labios son suaves y carnosos. El olor de su perfume se mezcla con el olor a menta de su boca. Deslizo mi lengua suavemente por sus labios para no despertarlo. Mi corazón se acelera. Me gusta la adrenalina que siento al besarlo. Me aparto delicadamente de él. No tengo aliento, mi corazón parece que va a estallar pero quiero más. Me acomodo nuevamente en mi lugar e intento dormir.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD