PRÓLOGO
Mis días favoritos del año son los días frescos y soleados, no esos días donde sientes que el diablo mudó el infierno a la tierra y hace una gran fiesta regocijándose con las almas de las personas sudorosas y con olor a queso que pasan su tarde frente al ventilador quejándose de su… me desvié, volvamos al tema. Mis días favoritos son los frescos, donde la brisa besa la piel y la deja fresca, esos días donde puedes sentarte en tu terraza a simplemente disfrutar de la vida y de todo lo bueno que hay en ella.
Claro, eso sería lo ideal si no tuviera a un vecino idiota que tiene una extraña fijación por hacerme salir de mis casillas y abandonar el plan que me propongo todos los fines de año de ser mejor persona y…
—¡Puedes bajarle el volúmen a tu estúpida música de mierda! —grito en dirección al patio de al lado donde está sentado mi estúpido y ridículamente guapo vecino, aunque prefiero comer tierra antes de admitirlo en voz alta.
—¡No me da la gana! —me grita de vuelta.
Adiós paz en las vacaciones de verano, nos veremos cuando esté vieja y cenil, y no me quedé más de otra que descansar porque el doctor lo recomendó para mis dolores de espalda.
—¡Hija de…! —exclama cuando el agua lo empapa por completo arruinando su laptop en el proceso. —¡estás muerta, Jade!
Miro hacia el cielo azul despejado con una sonrisa en mi rostro ignorando la mirada asesina de mi vecino.
—sí, estas serán unas buenas vacaciones.