Son las 11:30 de la mañana y solo he tenido tiempo para leer y verificar unas pocas hojas de contabilidad. Y todo eso es producto de que cada diez minutos un grupo de chicos viene a reiterarme que aquí no soy bienvenida y que no durare ni una semana en la empresa. Que aquí solo mandan ellos y que por muy linda y angelical que me vea, ellos no tendrán piedad. Por lo que saldré dentro de poco llorando la presencia de mi madre para que me saque de este infierno.
Son tan infantiles —dice Lily.
Ninguno de los “compañeros” que tengo en la oficina me dirige palabra alguna. Pero lo importante es que cuando ordeno algo me lo traen. Que es lo realmente importante.
Todos se levantan afirmando lo agotados que se encuentran y todo lo que les falta. Hablan como si yo no estaba allí, hablan como si no
