Busco con más rabia de lo normal mi libro de matemáticas dentro de mi casillero.
— Hola, Ratón.
Pego un brinco cuando la voz del no deseado llega a mis oídos. Dos fuertes brazos aparecen a cada lado de mi cuerpo, acorralándome.
— Ratón tu abuela — me giro enojada a mirarlo y, por primera vez, no me siento aturdida por su proximidad —. Eres... eres... eres un tonto desequilibrado.
James me mira con fingida seriedad, digo fingida porque lo conozco lo suficiente para saber que se está divirtiendo a lo lindo, ¡a lo grande conmigo!
— ¿Qué te ha pasado, cariño?
— Dile cariño a tu... a tu... ¡A tu mugroso y tatuado trasero! — Miro de un lado a otro para asegurarme de que nadie nos ve y, cuando estoy segura de ello, quito mi largo cabello de mi cuello para exponerlo ante sus ojos —. ¿Sabes q
