CAPÍTULO QUINCE Will marchó hacia delante con el resto de la compañía de Lord Cranston, con el mismo sentimiento nauseabundo de terror que siempre precedía a una lucha. Tenía la espada en la mano, lista para enfrentarse al enemigo. Oyó que Catalina gritaba pidiendo aceite y leña y, por un instante, no entendió qué tenía pensado hacer. Cuando empezó a correr hacia delante con los demás, lo comprendió. —No podemos dejar que haga esto —le dijo a Lord Cranston. Ni tan solo intentó fingir que era solo la preocupación de un soldado por otro m*****o de su compañía, o por la persona a la que prometieron servir. —¿Y cómo la detendrías? —preguntó su comandante. Will lo odiaba, pero sabía que Lord Cranston tenía razón. Catalina ya estaba demasiado lejos para detenerla y, aunque pudiera alcanzarl