Capítulo 3
Dejé caer los libros sobre la cama y los observé detenidamente, para saber con cuál iniciar, opté por una novela vieja que había en esa librería y me recosté en la cama para leer. Abrir la tapa que era gruesa y de un material parecido al cuero, aunque un poco más suave y fino, en el inicio había una hoja en blanco y luego de eso una nota dedicatoria, que supuse se trataba del autor a alguien importante.
“Para Emily Swanz, sin la cual no hubiera podido hacer esto posible”
Pasé la página al primer capítulo, que más de parecer una novela, se me hacía algo como una historia, los párrafos eran largos y no había diálogos. A pesar de eso, seguí leyendo porque me pareció bastante interesante, ya que el autor, que por cierto era anónimo, utilizó un lugar que me daba aires a ese pueblo. Quizás un pequeño autor de ese sitio decidió realiza su sueño de publicar algún escrito, basándose en la historia de Telluride.
Los primeros capítulos se trataban de la niñez de dicho autor, contando lo hermoso que había sido llegar a ese sitio y contemplar las enormes montañas, también narró sobre los inviernos colmados de nieve blanca, que tapaba el techo de su casa, otro de los detalles que mencionó fue el bosque, para él ese lugar estuvo prohibido por sus padres desde una noche de invierno donde presenciaron un extraño suceso…
—Moon, cariño—tocó la abuela a mi puerta y mi lectura se vio interrumpida.
–Sí, abue, pasa—contesté dejando el libro cerrado sobre la cama junto a los demás. Ella entró lentamente y me observó con su típica expresión dulce.
—La cena está lista—me invitó. Entonces, yo la seguí bajando las escaleras. Ambas cenamos juntas un delicioso pastel de carne que era el especial de mi abuela, luego de eso ella se disponía para lavar los platos, sin embargo, yo quise ayudarla para no darle todo el trabajo.
—No te preocupes, abue, yo me encargo de limpiar la cocina, tú ve a descansar—le dije y ella, a pesar de que quería negarse, se le veía agotada y terminó aceptando.
—Te lo agradezco cariño—contestó dándome un tierno beso en la frente—No te duermas tarde—ordenó y luego salió de la cocina.
Empecé a fregar los platos mientras observaba por la ventanilla que se encontraba frente al lavadero, desde ese lugar se podía ver el patio de la casa que conectaba con el bosque, el cristal estaba empañado por el frío, sin embargo, tenía visibilidad hacia los troncos de los árboles y sus ramas que se movían al ritmo del viento de afuera.
Tenía un plato en la mano sacándolo con una toalla de papel, y mis ojos se volvieron a concentrar en esa ventanilla, entonces lo vi… Una figura de al menos 2 metros, tan imponente que causaba escalofríos, la cual no era humana y pasó tan rápido que me dejó perpleja, me costó reaccionar por la sorpresa, pero cuando lo hice, corrí a la ventana para asomarme y ver de qué se trataba, sin embargo, no pude visualizar absolutamente nada. Me cuestioné si había sido parte de mi imaginación por el sueño, pero algo dentro de mí, me decía que no era así.
Terminé asegurándome de que todas las puertas y ventanas estaban cerradas, temía que aquello que se encontraba afuera, pudiera entrar a la casa. Quizás yo era una loca que imaginaba cosas, pero podía jurar que se trataba de algo como ¿un perro?… No lo sabía, pero tampoco lo iba a averiguar, y eso me hizo pensar en la historia que no terminé de leer sobre ese autor anónimo.
《No pienses idioteces Moon, solo ve a la cama y olvida eso, por ese tipo de cosas la gente termina en cuartos con paredes acolchonadas y camisas de fuerza》
Me juzgué a mí misma, ya que no iba a dejarme engañar por mi mente, yo era lo suficientemente cuerda como para estar imaginando cosas, quizás el viaje fue muy agotador y aún me estaba pasando factura. Por lo cual, dejé las ideas de fantasía y me fui a la cama.
Con la pijama puesta me recosté mirando el techo al tiempo que escuchaba una música de fondo instrumental con los audífonos, poco a poco mis ojos se cerraron hasta que me sumergí en aquel país de los sueños.
—Moon, Moon, Moon…—aquella suave voz me llamaba, pero no podía ver de donde provenía. Sí, yo me encontraba en el bosque y no tenía idea cómo llegué ahí, ni siquiera supe en qué instante me levanté de la cama. Lo último que recordaba era haberme dormido, pero ahora me hallaba en medio de ese frío y tenebroso lugar, buscando esa voz, mis ojos recorrieron la neblina hasta encontrar una sombra a la distancia, sonreí y avancé apresurada hacia ahí, pero a medida que me acerqué noté que esa sombra crecía más y más, hasta que me sobrepasó en gran manera.
Me paralicé tanto que mis piernas parecía estar sembradas en la tierra, la forma de aquello parecía ser de una persona, sin embargo, cambió de manera drástica tomando apariencia de un sabueso gigante, hasta que por el aullido ensordecedor supe que se trataba de un lobo, no obstante, a pesar de que únicamente veía su sombra, yo estaba segura de que el tamaño de los lobos no pasaba de 1 m hasta unos centímetros más, pero ese no era uno común.
—¡Auuuuuuuu!—soltó un gran aullido, me tuve que llevar las manos a las orejas haciendo un gesto de aturdimiento, y al levantar mi cabeza contemplé que esa bestia venía hacia mí…
Desperté acelerada, mi cuerpo sudando por todas partes y la respiración agitada, miré a mi alrededor dándome cuenta de que seguía en la cama. Eso me alivió, porque aquel sueño parecía tan real que lo había confundido con la realidad.
Luego de eso no fui capaz de pegar el ojo en lo que quedaba de madrugada, así que únicamente me pegué al teléfono buscando información sobre Telluride, necesitaba saber si había algo fuera de lo normal, alguna cosa que se hubiera reportado recientemente, o al menos años atrás.
Porque tenía una corazonada de que algo pasaba, yo no deseaba preocupar a la abuela con ese tipo de preguntas, ya que ella tenía en otras cosas que pensar, el abuelo apenas llevaba un día de fallecido y agobiarla con algo que hasta podía ser parte de mi imaginación, era algo completamente estúpido.
El sol se asomó por la ventana de forma sutil y me alegré, no sé por qué, pero al parecer le estaba tomando un poco de temor a las noches en ese pueblo.
《No seas paranoica Moon》
Reflexioné
Ya que tanta paranoia me podía afectar. A pesar de que busqué hasta en las redes más extrañas del Internet, no logré nada, al parecer ese lugar era tan normal que ni siquiera se reportaban robos.
《 Vaya, que tranquilidad》
Pensé
No sabía si sentirme aliviada o decepcionada, por el hecho de que eso quería decir que me estaba volviendo loca, y lo peor del caso es que de una forma sin vuelta atrás.
Luego de lavarme los dientes y bajar a desayunar, la abuela cumplió con lo prometido preparando mis panqueques favoritos, devoré el desayuno mientras ella me hablaba.
—Moon, cariño, hoy iré a visitar a una amiga, sé que las reuniones de viejas deben ser algo aburrido para ti, así que si quieres puedes quedarte en casa—comentó y la verdad es que a pesar de que yo tenía todas las ganas quedarme en casa, lo más indicado era ofrecerme a hacerle compañía.
—No te preocupes, abue, yo puedo ir contigo si quieres—me ofrecí y ella negó.
—Tranquila mi pequeña, no tienes por qué, además es cerca, solo me tomará 20 minutos en coche—dijo y esa fue su última palabra, ya que al intentar refutar esa idea ella volvió a negarse.
***
La abuela se fue a casa de su amiga y yo me quedé para no parecer que quería pasar por encima de sus decisiones, así que recorrí cada centímetro del lugar, incluso me atreví a husmear el álbum de fotos de los abuelos, sentada en el sofá de la sala. Pasaba las páginas de aquel enorme libro, y la mayoría eran fotos familiares donde yo estaba muy pequeña como para recordar esos momentos.
Sin embargo, hubo una que me llamó mucho la atención, se trataba de un grupo donde estaban varios hombres fornidos como los del día del funeral, todos posaban abrazados, incluyendo al abuelo llevándome a la incógnita de la identidad y cercanía de esos sujetos con mi abuelo, porque según More esa gente no le caía bien, pero debía existir algún motivo para eso.
Me dispuse a sacar la fotografía del álbum, pero un ruido estruendoso atrajo mi atención. Parecía algo como un quejido, entonces me levanté del sofá con rapidez en busca de aquel sonido.
Todo apuntaba al patio, así que me armé con un cuchillo de la cocina y salí de la casa de manera cautelosa, avancé lentamente y mientras caminaba las hojas caídas de los árboles en la tierra crujían. El quejido cesó, haciendo más difícil para mí poder encontrarlo, hasta que volví a escucharlo, pero ya no era un quejido como de animal, sino que había cambiado a uno humano.
Arrugué el ceño hasta que a la distancia pude observar unos arbustos moverse, puse el cuchillo frente a mí con firmeza y seguí avanzando mientras sentía que mi pecho palpitaba violentamente, trague saliva al quedarme de pie frente al arbusto para preguntar.
—Q-quien anda ahí —inquirí con voz temblorosa, pero solo escuché una respuesta débil.
—A-ayu-yuda—la voz casi agonizante. Tomé una bocanada de aire y rodeé el arbusto para poder saber de qué se trataba, pero al contemplar aquello mi cuerpo se quedó entumecido por la sorpresa.
—Oh, rayos, ¡¿Qué te pasó?!—exclamé alterada, al ver ese chico tirado, cubierto de tierra y sangre, no sabía que tan grave era porque no me atrevía a tocarlo, temía que en vez de ayudar solo podía empeorar todo. Aquél sujeto agonizaba en el suelo, su pecho subía y bajaba débilmente, ni siquiera podía apreciar bien su rostro porque tenía el cabello pegado mezclado con sangre. Lo que sí pude notar, fue su tamaño bastante razonable, su cuerpo semidesnudo y un tatuaje en su hombro que tenía forma de círculo. ¿Estás bien? Oye...—llamé intentando atraer su atención.
《¿En serio Moon? Qué pregunta más estúpida, ¿Estás bien? ¿De verdad no sé te ocurrió algo más obvio?》
Me juzgué mentalmente, ya que era muy obvio que no estaba bien, de hecho se veía bastante mal como para considerar que podía morir ahí mismo.
Empecé a mirar a todos lados, en busca de ayuda y recordé que en ese pueblo los vecinos no están cerca, me tomaría 5 minutos llegar a casa del vecino y en ese tiempo ese chico moriría, la otra parte mala era que la abuela se había llevado el auto y tampoco lo podía llevar a un hospital caminando sobre todo porque jamás iba a poder con semejante mastodonte.
—Carajo, ¿Qué hago?—me pregunté llena de preocupación, debido a que la cosa no pintaba bien. Estiré mi mano para tocar su brazo, la cual estaba temblando como perro recién bañado, ya que si eso se trataba de una trampa y ese sujeto quería hacerme daño.
《Mala idea》
Pensé, pero ya era muy tarde, mi dedo casi lo tocaba cuando él en un movimiento rápido tomó mi muñeca.
—¡Ahhhhhhhh!—grité aterrorizada. Me sacudí con fuerza y por instinto para defenderme saqué el cuchillo, pero con su otra mano libre sostuvo mi muñeca, ahora me encontraba a merced de ese extraño y quién sabía que me haría solo por mi estupidez y poco razonamiento.