—¡Pooohhh, pooohhh!.—Ginevra dejo caer unas tazas, parecía muy nerviosa, al igual el nono Octavio, este último sabía disimular mejor pero igual lo noto. Guiseppe solo levantó una ceja y siguió leyendo el periódico. —Disculpen, lo recogeré seguido.—Hablo la mujer algo nerviosa. Un silencio sepulcral invadió esa área, ella entendió y prefirió terminar su café con la boca cerrada, para evitar otro malestar. En esa casa los secretos abundaban, no sabía si en verdad le causaba tanta excitación descubrirlo. Cuando Elen y su hermana llegaron, el ambiente se empezó a relajar, ambas se acercaron a ella, mientras Giuseppe se retiro con su abuelo luego del nono despedirse de ella con usual afecto.Todos sus pensamientos estaban revueltos, sería muy retorcido pensar que Giuseppe era hijo del nono,