Guardo todo, omitió, en otro acalorado lapso de su existencia hubiera llamado corriendo a Giuseppe' de paso, intentado maldecir mil veces a Diana Peruzzi, pero no lo valían, la serenidad era su carta maestra. Por primera vez le tocaría jugar a la pendeja que simulaba desconocer que era una burla andante. Esa noche ordeno Sushi, hablo con sus padres y de paso con la bestia hipócrita. Con este trato de zafarse de una larga plática, le puso la excusa de que debía empezar a recoger todo, ya no había espacio para demorar su mudanza a casa de sus padres a ya menos de una semana cuando dieran las 12:00 de la noche. No pudo objeción y colgó. Miro al techo con pesadez, flexionó un poco su oxidado cuerpo y empezó a organizar las cosas. Pasadas las cuatro de la mañana tenía toda la ropa guardada en