Todo se salía de control, odiaba perderlo, al siguiente día de que se expusiera su sórdida aventura s****l en un video en vivo, Octavio Peruzzi, el padre de su prometida, dio un comunicado publico, informando sobre la cancelación de su boda, sin duda la tal Beatriz le había dado un golpe bajo, al desmoralizarlo ante su círculo más cercano, ya nada volvería a ser como antes, aúnque sus acciones no se habían visto afectadas, las mujeres lo miraban con más atrevimiento, podía imaginar los sórdidos alcances de esto. Debía elegir otra mujer para casarse después de invertir bastante en Diana Peruzzi, aunque para ser honesto consigo mismo por un lado se sentía feliz de escapar de esa mentira, con la poca motivación que le provocaba en el sexo, seguro hubiera sido casi imposible procrear.
Terminaba de firmar unos documentos cuando su abuelo entro como de costumbre a su oficina. Tocó varias veces con fuerza su bastón sobre el piso de mármol, sus señales notorias de inconformidad ante su vergüenza.
—¡Espero que tengas respuesta ante el espectáculo bochornoso que se suscitó anoche!. —Dijo el anciano, en tono más serio de lo acostumbrado, sin duda el acontecimiento estaba en boca de todos y la fama de tener un m*****o enorme lo más probable.
—Fue un simple montaje abuelo, algunos de nuestros enemigos quiso hacerme daño, no te preocupes ya estoy investigando a los sospechosos y rodarán sus cabezas.—Mintio levemente, no era un montaje pero si estaba seguro que la trama venía de alguien que lo odiaba.
— Te advertí que tuvieras cuidado con tus visitas a los burdeles, en cambio andas a diario haciendo fiestas clandestinas y dejando en vergüenza nuestro apellido. Por poco ayer me da un infarto cuando nuestros más cercanos amigos me llamaron escandalizados.
—Te prometo que lo solucionare.—Sentia gran pesar, le estaba fallando a la persona que más le importaba en la vida.
— ¿Y que piensas hacer con tu boda cancelada?, el padre de la novia acaba de romper el compromiso, gracias a tu inmoralidad, ¿crees que las mujeres como Diana Peruzzi son fáciles de encontrar?.
— Ese tema está cerrado, encontraré otra dama con quién casarme. Por otra parte abuelo no sobre valores a Diana en detrimento de otras mujeres que tal vez no tiene su notoriedad o fama, recuerda " Todo lo que brilla no es oro".
Su abuelo se quedó pensativo con esas palabras, hasta acordar cambiar de tema y empezar su usual partida de ajedrez, con los días se le pasaría ese impase con mal sabor para su orgullo, luego lo haría feliz cuando encontrará otra candidata adecuada para desempeñar el papel de esposa. Paso su acostumbrada hora de juego y luego se marchó.
La noche había tomado su trono en el firmamento, miraba el horizonte desde las alturas de su sofisticada oficina en el piso más alto de su torre empresarial, tenía una vista espectacular de la ciudad, desde esas alturas se sentía amo y señor, uno que por cierto había sido burlado por una desconocida. El teléfono de su oficina sonó, seguido lo tomó, estaba esperando respuesta y al parecer habían llegado.
Autorizo a la recepcionista hacerlo pasar, como lo esperaba era el investigador privado que había contratado que traía respuestas.
El hombre de aspecto confiable se quedó parado frente a el esperando su orden para saber cómo actuar.
— Puedes tomar asiento.—El hombre asintió ante la orden, con prisa se acomodó en el sillón indicado.
— Gracias señor Ferro. —Pronuncio este, se notaba algo fatigado, al parecer no había sido tan fácil para el investigar una simple redactora de quinta, obsesionada con el, tal vez era una solterona frustrada.
— Si gusta puede servirse un poco de Whisky, lo necesito con ánimos para tener cada detalle claro.—Este ni tonto ni perezoso fue y se sirvió un poco de su bebida más cara, por su destreza se notaba que era un amante del licor, después se sentó y comenzó a dar detalles.
— Señor, creo saber quién fue la persona que tramo tal infamia contra usted. — Muy cuidadoso el caballero con sus palabras.
— Entonces hablé, soy todo oídos.—Este se apresuró a sacar unos informes de su carpeta y varias fotos. Tomo una que le llamo la atención, a esa mujer la había visto, ¿pero donde?.
— Esa es Beatriz Yanet Brown Oliveira, como sabrá el apellido Brown no es muy común y menos que una joven de su clase se dedique al periodismo.
—¡No me digas que es familia de Frederick Brown!—Exclamó algo sorprendido, tenía buenas referencias del magnate de la telecomunicaciones, líder en toda a América y gran parte de Asia pero aún no había tenido la suerte de expandirse a Europa.
— Es su hija menor, actualmente es periodista, estuvo aquí hace menos de una semana y se hospedó en un hotel de su propiedad con otra joven, para ser específico en el Meroi, exactamente en la suite presidencial. ¡Miré!.
— La verdad es que eres bueno, ¿tienes foto de su rostro más de cerca?.—Uno que otro halago de ves en cuando era bueno para lograr eficiencia.
—Claro señor, todas las que desee...me tomo mi trabajo muy en serio.— Comenzó a buscar, ante su incesante mirada.
Le pasó una foto donde se veía su rostro al natural, esos ojos de gata la delataban, comenzó a compararla con otras pero era difícil comparar su cuerpo con la mujer que tenía en la mente. En las fotos siempre andaba con ropa deportiva de aspecto varonil, algo que siempre había encontrado inapropiado en una mujer. Volvió a mirar su rostro y esa boca pecadora, idéntica a la que había besado con tanto ardor aquella noche.
—¡Es muy linda, verdad señor!.
—Si, aunque su estilo deje mucho que desear, ¿acaso no tendrá una donde se vea más femenina?, arreglada.
— No señor, es todo lo que tengo.
—Dime, aparte de odiarme...¿qué más supiste de ella?.
Le entrego el informe, la mujer que lo odiaba a morir era una auténtica Snoop irreverente, graduada con honores de Licenciatura en periodismo en Princeton, ávida lectora, algo que no dudaba con su agilidad para las críticas cortantes...Jugo básquetbol en la secundaria, corredora de monopatín, ¿que clase de loca era?.
—Aqui no habla de su vida personal, novios, salidas a club nocturno etc.
— La señorita según lo que pude investigar solo tuvo una pareja y se suicidó hace más de un año, está en el reporte, no suele ser muy sociable...no encontré ningún escándalo o infracción a su nombre, lo que si tiene es fama de ser algo hostil con los hombres.—Quien no se suicidaría ennoviado con semejante serpiente, reflexiono. Hasta compadeció al difunto.
—¿Es todo? —Le pregunto al hombre que permanecía sentado a la espera.
—¡Si!
—Entonces, puede marcharse.—le pasó un cheque con una generosa suma de dinero, lo suficiente para quedar casi perplejo al verlo.
Cuando esté se hubo marchado, siguió mirando la hoja de vida de la chica, algo le decía que podía ser la misma mujer con la que estuvo esa noche. En unas hora tendría total certeza, Margot lo estaría esperando para darle respuestas, ¿que demonios había pasado durante esa penumbra?.
Se llevó consigo el informe de su principal sospechosa, ya sus dudas más temidas se despejarian, no podía dejar de mirar la mujer de la foto, el transcurso del camino le pareció una tortura...estaba ansioso por saber la verdad.
Respiro profundo al ver como se acercaban al pequeño edificio que había puesto como punto de encuentro. Bajo de su auto dispuesto a todo, subió por el ascensor con dos de sus más fieles guardaespaldas, al abrirse salió y miro la puerta roja frente a el, exactamente donde debía dirigirse.
Margot parecía muerta de miedo cuando entro sin dirigir ningún tipo de cordialidad a los presentes, las miraba con desprecio, como lo que eran, unas putas de mierda
—Antes que todo me gustaría que vieras las grabaciones.—Lo invitó a sentarse con un gesto de manos en dirección a la silla
El accedió, aún sin pronunciar palabra, la proxeneta no ocultaba el terror en sus ojos.
Se concentró al ver con detalles las grabaciones de seguridad, sin duda la chica había actuado en complicidad con la tal Ileana que en esos momentos no sabía donde estaba.
— Búscame esta mujer, necesito salir de dudas.—Margot le hizo señas a uno de los guardias y fue en busca de la chica.
No había llegado a la habitación y sentía los llantos resonando en las paredes continuas.
Cuando estuvo ahí, Margot la lanzó al piso con resentimiento.
—Todos salgan, necesito hablar algo con ella en privado.—Obedecieron a vapor, pero sin dejar el asombro de lado.
La mujer aún permanecía tirada en el piso, con el temor de que esté fuera su último día de vida.
—¡Levantate a menos que desees que yo mismo te arroje por la ventana!.—Con rapidez reacciono y fue hacia el, se lanzó a sus pies suplicando clemencia, el trato de apartarla.
—¡Perdóneme señor, lo hice por necesidad!.—Ahora se lamentaba la traidora.
—Necesito que me confirmes si es esta la mujer que te contrato.— Le enseño la fotografía, esta obedeció y levantó su rostro despacio, asombrandose al verla.
—Si, fue ella...fue la misma que estuvo con usted esa noche.—Como lo sospecho, Beatriz era la causante de su desgracia...esos ojos de gata necia eran inconfundibles.
—¿Estás segura?, en los vídeos de seguridad no se ve bien su cara.
—¡Si!.—Volvio a confirmar con seguridad, ahora solo faltaba buscar la manera de hacer pagar por su daño a Beatriz y ya sabía cómo se las cobraría todas.