CAPÍTULO CUATRO Kyra miraba hacia el cielo sintiendo el mundo moverse sobre ella. Era el cielo más hermoso que había visto, de color morado oscuro, con suaves nubes blancas pasando por este, y radiante con la difusa luz solar. Sintió que se movía y escuchó el gentil salpicar del agua a su alrededor. Nunca antes había tenido tal sensación de paz. Recostada, Kyra volteó hacia los lados y se quedó sorprendida al ver que estaba flotando en un inmenso mar, sobre una balsa de madera y lejos de cualquier costa. Unas grandes olas movían gentilmente la balsa arriba y abajo. Sentía como si se dirigiera al horizonte, hacia otro mundo y hacia otra vida. A un lugar de paz. Por primera vez en su vida había dejado de preocuparse del mundo; se sintió envuelta en los brazos del universo como si, finalmen