POV Alexa
Actualmente estaba sentada en la oficina de Julian porque Luca y yo estábamos discutiendo en el desayuno y él se enfadó. No estoy segura si se enfadó porque estábamos discutiendo o porque Mac y yo hicimos cosas juntos luego de que Julian y yo también habíamos dormido juntos. Quiero decir, es lo que es. Le dije que no significaba nada y que era solo un desahogo y lo dije en serio.
—Bien, ¿alguien me va a decir qué diablos está pasando entre ustedes dos? —preguntó Julian.
Crucé los brazos sobre el pecho y simplemente fruncí el ceño hacia Luca, quien me devolvió la mirada. Ninguno de los dos dijo nada.
—No lo preguntaré de nuevo, ¡díganme qué diablos pasó! —gruñó Julian hacia nosotros.
—¡Alguien se enfadó cuando le dejé con ganas! —dije con una sonrisa en el rostro.
—Si no fueras una perra, no tendría ese problema —dijo Luca.
—Bueno, si no me hubieras dicho que me arrodillara como una buena chica, no te habrías quedado con ganas. Estaba dispuesta a encargarme de todo y pasarla bien hasta que dijiste eso.
Julian pasó sus manos por su rostro y nos gruñó por discutir.
—Los dos, deténganse. Se comportan como niños. Luca, lo sabes y sabes que tengo razón y Alexa, quiero decir que también lo sabes, pero no estoy seguro.
—Lo siento, señor —dije.
—Lo siento Julian —dijo Luca.
—Luca, puedes irte. Necesito hablar con Alexa.
Se levantó y se fue, y ahora estaba atrapada en la oficina de Julian solo con él. Esto no puede ser bueno.
—Perdón, ¿hice algo mal?
—De verdad, ¿te acostaste conmigo esta mañana y luego con Luca?
—¿Qué? Soy una mujer con necesidades, muchas de ellas, y no voy a rechazar la oportunidad de obtener lo que quiero. Me quitaron eso una vez y decidí que no permitiré que me suceda nuevamente.
Se levantó de su escritorio y se acercó a donde yo estaba frente a su escritorio. Se inclinó y apoyó los brazos en el reposabrazos de mi silla, quedando a unos centímetros de mi rostro, y me sonrió.
—Hermosa, si tienes necesidades, quiero que vengas a mí por todas ellas, nadie más. ¿Me entiendes?
Por lo general, algo así me enfadaría. Nadie me dice qué hacer, especialmente cuando se trata de mis necesidades sexuales, pero sus palabras habían enviado un escalofrío por mi espalda y se me pusieron los pelos de punta.
—Tengo muchas necesidades, ¿estás seguro de que puedes seguirme el ritmo? —dije mientras miraba su cuerpo de arriba abajo lo mejor que pude. Sentía que mis bragas se estaban mojando por esta interacción y sabía que él podía olerlo porque sus ojos pasaban de su color verde natural a n***o y viceversa.
—Oh, creo que puedo seguirte el ritmo sin problemas.
—Es bueno saberlo —Me levanté y lo aparté de mi camino. Me dirigí hacia la puerta.
—Espera, todavía tenemos que hablar —dijo Julian mientras volvía a su escritorio.
Volví sobre mis pasos y recuperé mi asiento a esperar a que hablara.
—Tienes una nueva habitación como Gamma. Tendrás una habitación en el segundo piso. Tú y Luca la tendrán. Nadie puede subir allá. También debes trabajar en un horario de entrenamiento y comenzar a impartir algunas clases. Me gustaría especialmente que trabajes con chicas y mujeres. Creo que se identificarán más contigo que con Luca.
—¿De verdad, quieres que enseñe clases?
—Sí, lo quiero. Eres Gamma y además he visto que sabes pelear, eres una luchadora habilidosa. Sería estúpido de mi parte no pedirte eso.
—Gracias, Julian. No sabes lo mucho que esto significa para mí".
—Lo sé. Te daré los horarios y niveles de las clases y tú te encargas de eso. También saldremos hacia tu antigua manada alrededor de las tres de la madrugada. Te llevaré lo suficientemente cerca de las tierras de la manada para que puedas romper el vínculo que tienes y luego nos iremos de allí.
—No puedo esperar a encargarme de eso. Sé que tendremos que tener cuidado, pero te puedo decir que allí no se levantan temprano, aunque mi padre si estará despierto a esa hora, ¿lo sentirá?.
—Si realmente entregó la manada a tu hermano, entonces no, no lo sentirá. Será tu hermano quien lo sienta.
—Gracias. ¿Hay alguien que pueda llevarme al pueblo? Necesito comprar ropa y otras cosas —le pregunté.
—Sí, te llevaré después de esto, pero primero tienes que saber que debo decirle al Alpha Colter que estás aquí. Te prometo que estás segura aquí y prometo que no permitiré que te pase nada.
—Entiendo, nunca te pediría que ocultes algo a tu amigo, ni a las manadas con la que tienes una alianza.
—Gracias, como dije, no permitiré que te pase nada. Ahora ve por lo que necesites e iremos al pueblo.
Me levanté y salí de la habitación y me dirigí a mi habitación actual. Entré y agarré mi bolso y saqué un par de cientos de dólares y los metí en mi bolsillo. Lo primero que compraría sería una billetera y un bolso.
—Jade, ¿qué opinas de que le cuente a Alpha Colter?
—Lex, no lo sé. Por mucho que quisiera decir que corramos, creo que es una mala idea. Él seguirá buscándonos y tu padre también. Si enfrentamos esto de una buena vez con la ayuda de Julian, tal vez esté bien y seamos libres.
—Estoy de acuerdo. Así que nos quedamos aquí por ahora.
Salí de mi habitación y regresé hacia la oficina de Julian cuando me encontré con Christina yendo en la misma dirección que yo.
—Ya te dije una vez, aléjate de Julian —dijo a través de sus dientes apretados.
—Tengo tanto derecho como tú de ir en esta dirección, además, él está esperando por mí.
Se interpuso frente a mí y me impidió seguir adelante. Colocó sus manos en mis hombros y empezó a apretar. No sé quién se cree esta perra, pero la voy a dejar en el suelo.
—¡Quítame las manos de encima ahora mismo! —le gruñí con rabia.
—No creo que entiendas que él me pertenece, y ahora vas a aprenderlo —dijo.
Alcanzé su mano y la giré, de manera que tenía el brazo detrás de ella y ahora estaba mirando hacia otro lado. Le hice caer al suelo de bruces. Ella soltó un grito, pero yo tenía una sonrisa en mi rostro.
—Lex, ¡déjame acabar con ella! —pidió muy emocionada mi loba.
Simplemente la ignoré y le puse una rodilla en la espalda y la mantuve en su lugar.
—Escucha bien, nunca dije que tuviera algún reclamo sobre Julian. Él simplemente me está ayudando. Así que, o te alejas o te demostraré lo perr4 que puedo ser —le dije.
En ese momento, Julian salió de su oficina y dobló la esquina hacia el pasillo donde estábamos.
—Alexa, ¿qué demonios estás haciendo? —preguntó molesto.
Levanté la cabeza y lo vi acercándose rápidamente.
—Ella fue la que puso sus manos sobre mí primero y me dijo que me alejara de ti. Simplemente le estaba dejando claro que nunca me volvería a tocar y que no tenía ningún reclamo sobre ti y que tú me estabas ayudando.
—Deja que se levante.
La solté y Christina se levantó con lágrimas corriendo por su rostro. Estaba relativamente ilesa, pero por supuesto tenía lágrimas enormes como un cocodrilo y corrió directo hacia Julian. Se alejó de ella en cuanto ella llegó a él.
—Christina, no sé qué estás tratando de hacer, pero ya te dije que no somos pareja, ni tenemos nada entre nosotros. Así que, por favor, deja en paz a Alexa —le dijo mientras se alejaba más de ella.
—De qué hablas, estuvimos durmiendo juntos hace una semana.
—No, no lo estuvimos. No hemos estado juntos en semanas y yo terminé con eso. Estás delirando. Vete y aléjate de los dos a menos que se trate de la manada —le dijo mientras continuaba alejándose más de ella.
—No olvidaré esto, Julian y tú, Alexa, te lo haré pagar.
—Realmente no me asustas, Christina, así que simplemente vete —le dije.
Julian simplemente se rió y se acercó hacia mí.
—¿Deberíamos ir al pueblo? —me preguntó y Christina se enfadó aún más, marchándose por el pasillo sin conseguir lo que quería. Estoy segura de que este no será el último encuentro con ella, pero como dije, no tengo miedo de ella.
Lo seguí hasta su coche, me subí y nos fuimos. El trayecto duró unos diez minutos hasta su pequeño centro comercial. Era propiedad de lobos locales y era agradable poder comprar allí en lugar de en grandes tiendas que requerían de mucho dinero.
—¿Qué necesitas? —me preguntó.
—Necesito más ropa y también artículos de aseo.
—OK, sé exactamente por dónde empezar —dijo mientras me guiaba hacia una tienda.
Entramos y estaba llena de ropa de mujer. Pasé por los vestidos y fui directo a la sección de pantalones. Encontré unos pares de vaqueros ajustados y otros tantos de vaqueros acampanados. Sabía exactamente qué talla necesitaba, así que no necesitaba probarlos. Luego fui por las camisetas y elegí varias muy normales y otras más bonitas. Se las entregué a Julian y me dirigí a la ropa deportiva. Agarré unas mallas y pantalones cortos, así como sujetadores deportivos. También agarré calcetines y ropa interior.
—¿Es todo? —preguntó.
—En esta tienda sí.
Nos dirigimos a la caja y saqué mi dinero, pero él pasó una tarjeta antes de que pudiera sacar mi dinero en efectivo.
—No necesitas pagar mis cosas. Soy perfectamente capaz de hacerlo por mis propios medios.
—Lo sé, pero si eres parte de mi manada, ayudaré a cuidar de ti.
—Por favor, no hagas eso. No quiero deberle nada a nadie ni sentir que debo algo.
—Realmente no lo quise decir así. Lo habría hecho por cualquiera de la manada.
Simplemente asentí con la cabeza y salí de la tienda. Fuimos a dejar las bolsas en el coche.
—OK, me encantaría ir a una tienda de zapatos. Salí de casa con muy poco, así que necesito botas y zapatillas de deporte.
—OK, sígueme.
Caminamos a través del centro comercial un poco más y hacia el final llegamos a una tienda de zapatos. Entré y como cualquier otra chica, recorrí la tienda y miré cada uno de los zapatos que tenían. Realmente me encantaban los zapatos y podría comprarlos todos. Era un problema. Finalmente encontré un par de zapatillas de deporte blancas y rosas y un par de botas militares negras.
Caminé hacia el mostrador y encontré a Julian hablando con el hombre detrás del mostrador. Coloqué mis zapatos allí y él los registró y esta vez Julian me dejó pagar. Eso me hizo sentir mejor. Julian se despidió del chico del mostrador y me siguió afuera.
—Okay, Alexa, ¿qué sigue?
—Solo necesito algunas cosas de chica si me entiendes.
—Sí, cosas de chica ¿Como maquillaje?
—No tonto, como champú y acondicionador y tampones.
—Oh Diosa, lo siento por haber preguntado.
Simplemente lo miré y levanté una ceja.
—¿Quieres decir que el gran, malvado Alfa tiene un problema con los tampones?
—No, solo que nunca he estado con alguien cuando los ha tenido que comprar.
Estallé riendo y le dije que me guiara. Esta es una parada en la que me encantaría verlo pagar. Me llevó a la tienda y me dijo.
—Creo que esperaré afuera por ti.
—Oh no lo harás, vas a entrar conmigo.
—¿Realmente tengo que hacer eso?
—Sí, vamos, vamos.
Simplemente gimió y me siguió, manteniendo cierta distancia. A propósito, me tomé mi tiempo para buscar los productos femeninos que necesitaba mientras él se quedaba detrás de mí, luciendo muy incómodo. Por fin terminé, fui a la caja y pagué mis cosas, luego me dirigí de regreso al auto. Entramos y él no tenía mucho que decir después de lo que acababa de hacer.
—Lex, eres un poco abusiva —dijo Jade.
—¿Por qué dices eso?
—Porque le hiciste hacer algo que no quería. Tú nunca tolerarías eso.
—Ugh, odio cuando tienes razón.
—Creo que deberías disculparte.
—Bien, solo porque estaría enojada si fuera yo.
—Siento haberte hecho entrar allí. No lo pensé y no te haré hacerlo de nuevo.
—No importa, si voy a tener una Gamma femenina, hay ciertas cosas a las que tendré que acostumbrarme.
Llegamos a la casa de la manada y él me ayudaba a llevar mis bolsas adentro.
—Déjame mostrarte tu nueva habitación y podrás traer tus otras cosas allí.
—Gracias y cuando digo esto, lo digo en serio. Gracias por todo. Aceptarme, darme un lugar seguro para quedarme, un trabajo y ayudar a resolver mis problemas.
—Siempre. Nos gusta pensar que somos una manada amable y cuando la gente necesita ayuda, queremos ofrecerla.
Mientras hablábamos, llegamos a mi nueva habitación en el segundo piso. Él me abrió la puerta y era muy diferente a la que tenía actualmente. Tenía una cama tamaño king en la pared de atrás, con ventanas que daban al campo de entrenamiento y al bosque. Las paredes eran de color crema y había tonos grises oscuros y azules en la colcha de la cama, y la alfombra también era gris oscuro. Tenía un televisor grande montado en la pared y un sofá. Había dos puertas a lo largo de una de las paredes, junto con lo que parecía una mini cocina. No podía cocinar allí, pero podía almacenar bebidas, snacks y algunas otras cosas.
—¿Esto servirá? —me preguntó.
—Sí, la otra habitación también estaba bien.
—No para nuestra Gamma. Aquí está tu llave. El servicio de limpieza y yo tenemos una llave, pero no te preocupes, nunca la usaré a menos que me lo digas.
—Oh, te estaré diciendo que lo hagas, pero ahora mismo necesito desempacar y también sacar cosas de mi otra habitación.
—Te dejaré hacerlo. Recuerda que nos vamos a las tres de la madrugada, así que debes estar abajo y lista para irte para ese entonces.
—Gracias —le dije.