apítulo XIII Hacía un par de días que se había dictado la condena del joven Trastulli cuando Vittorio recibió una llamada telefónica del general Amedeo Ronzi di Valfenera. El oficial le llamaba para preguntarle si aprobaba su intención de proponerlo como nuevo socio de un prestigioso club de tenis, del que aquel era cofundador. Se trataba de un círculo que incluía entre sus socios casi solo a ciudadanos notables de Turín. Cualquiera de esta aristocracia burguesa, ya fuera por su pingüe patrimonio o por su alto cargo público, podía presentar nuevos miembros, pero su propuesta estaba sometida, por sus estatutos, a la revisión del presidente, en ese momento un tal Adalberto Maria Rossi, Comendador de la República Italiana por méritos industriales. Al ser el general Ronzi muy estimado en el c