Tener dualidad de personalidad puede ser bueno o malo, ser dos personas en una puede ser todo un reto, sobre todo cuando tú mismo decidiste ser así, todos en tu familia son un bicho raro en la sociedad, pero el dinero, el poder y la fama, parecen arreglarlo todo, pero aún cuando eres un doble cara, siendo un Cupido disfrazado de nerd sexy en tu preparatoria, pero al salir de allí, tu verdadero yo, emerge a la luz, cuando en realidad esa parte de ti, vive en la oscuridad, un rincón de un club, una habitación de un hotel o simplemente un callejón oscuro y desolado, EROS, el amor erótico y carnal, eso soy yo, indomable, donando amor sin esperar nada y llenándome de los susurros de la oscuridad, sonriendo sin querer hacerlo, siendo un ángel, cuando no es lo que soy, viendo la sangre correr por los callejones, las sábanas mancharse y brindar una caricia para dar tranquilidad a la hora de dormir, pero ¿qué pasa cuando yo cierro las puertas de mi habitación y la oscuridad es todo lo que me embarga? ¿Qué tal si yo me canso de dar amor y jamás recibirlo?
Pero ¿qué se puede esperar de los mortales? Son siempre la perdición de lo inmortales, haciendo que miren hacia abajo cuando realmente no nos perdemos de nada.
Sin embargo, la chica misteriosa del club captaría toda mi atención, provocándome, sonriéndome, besándome, para luego marcharse, no dejó que la tocara, me abrazó, me sonrío, acarició mi alma, pero más allá de eso no llegó, pero de la nada desapareció, se quedó danzando sólo en mi mente y en la empuñadura de mi arco su imagen se quedó.