Capítulo 4: “Trabajando hasta tarde”

2719 Words
Había guardado el dinero que me había dado el imbécil de mi vecino por dos semanas esperando a que se diera cuenta de cuánto dinero me había dado realmente, pensaba que al día siguiente estaría tocando mi puerta diciéndome que fue un error y que le devolviera el dinero, pero no fue así, ni siquiera me había volteado ver cuándo por pura casualidad nos habíamos encontrado en la calle. Le comenté a Vanessa sobre el incidente con ese vecino y me dijo que mejor evitara tener problemas con él, me dijo que era un poco problemático y malhumorado, hace unos meses su perro había mordido a una niña del vecindario y ni siquiera se preocupó por pedir disculpas, simplemente dejo en la puerta de la casa de la niña un sobre con $2000 para que olvidaran el incidente, ¡$2000 dólares! Aunque tal vez no debería de estar tan sorprendida, en este vecindario la mayoría de las personas tienen mucho dinero y quizás ni siquiera les importaría gastar $5,000 dólares en un día. Vanessa me habló un poco más sobre él, me dijo que se llamaba Christopher Lehman tiene 30 años y vive solo con su perro, al parecer ni siquiera sale mucho de su casa y cuando lo hace es para ir al supermercado a comprar cosas, ni siquiera sale a trabajar así que probablemente provenga de una familia rica a menos de que trabaje desde casa. - ¡Max vámonos ya! – le dije desde la primera planta. - ¡Ya voy! – grito desde su cuarto. Tomé las llaves del auto, de la casa y de la tienda, cuando estaba abriendo la puerta de la casa para salir lo escuché bajar las escaleras apresurado, lo miré y sonreí con una sonrisa burlona al ver que en la boca traía el sándwich que le había preparado. -Te dije que te levantaras más temprano – dije en tono burlón. - ¡No digas nada y vámonos! – corrió apresurado para subirse a la camioneta. Reí y caminé hasta la camioneta, me subí y me puse el cinturón de seguridad, empecé a acomodar el retrovisor y Max bufo frustrado. - ¡Lisa apresúrate sino llegaré tarde a la escuela! – dijo impaciente. - Esta bien, me apresuro – reí. Finalmente encendí la camioneta y retrocedí para dar la vuelta en la dirección correcta para ir a dejar a Max, cuando pase justamente en frete de la casa de Christopher él estaba afuera caminando hacia su auto, al verme literalmente se detuvo y no quito su mirada en ningún momento de la camioneta, por una extraña razón su mirada transmitía un poco de miedo, tal vez era su aspecto tan característico. Christopher era bastante alto, de cabello largo, oscuro y un poco rizado que le llegaba hasta los hombros, uno de los pocos días que lo vi saliendo de su casa utilizaba una playera que dejaba sus brazos al descubierto, ambos brazos estaban tatuados. Cuando salí del vecindario pude ver que su auto venía detrás del mío, giré en al menos cinco calles distintas y él todavía seguía detrás de mi auto, cuando empezaba a pensar que tal vez me estaba siguiendo se detuvo en una farmacia y finalmente lo perdí de vista. -Ten un…- Max me interrumpió. - Me iré en autobús por la tarde así que no vengas por mí, adiós – dijo antes de salir corriendo hacia la entrada de la escuela. Reí negando con la cabeza y puse en marcha la camioneta, pero esta vez me dirigía hacia la pastelería. Cuando pasé de regreso por la misma calle me di cuenta de que el carro de Christopher ya no estaba en la farmacia, así que supuse que tal vez ya había regresado a su casa. Cuando llegue a la tienda cambié el letrero que decía “Cerrado” lo pase a “Abierto” apenas pasaron diez minutos cuando entró mi primer cliente, me pidió que le sirviera un pastel de zanahoria y un café. Cuando se fue ese cliente me levanté para limpiar su mesa, en ese momento volví a escuchar la campanita de la puerta sonar. -Bienvenida…- me detuve al ver quien era. - Hola, soy yo de nuevo – me dijo Dafne sonriéndome alegremente. - Hola – la saludé - ¿En que la puedo ayudar? – pregunté. - Tu pastel fue toda una sensación en la fiesta de cumpleaños, no olvide darte buenas referencias para que más personas vengan a visitar tu tienda. - Gracias – le sonreí. - Hoy también quisiera comprar otro pastel. - ¿Quiere con la misma decoración de la vez pasada? – pregunté, pero ella negó con la cabeza. - Es para mi mamá el pastel, a ella le gusta el caramelo ¿Tienes alguno de chocolate o caramelo? – preguntó. Me acerqué al refrigerador en donde estaban todos los pasteles, tenía varios pasteles de caramelo, tomé uno y lo saqué para que Dafne lo viera. -Es perfecto, me llevaré este – me dijo y yo fui a la bodega para traer una caja para el pastel. - ¿Hoy no está tu pequeño ayudante? – preguntó refiriéndose a Max. - No – reí – Es mi hermano y esta semana inició la escuela – ella abrió los ojos sorprendida. - Perdón, pensé que era tu hijo – dijo y yo solo sonreí. Estaba tan acostumbrada a que me confundieran con la mamá de Max que ni siquiera me molestaba ya, habíamos pasado tantos años solos que las personas creo que era casi normal que al ver a alguien tan mayor como yo a la par de él pensaran que yo era su mamá. - ¿De casualidad también está estudiando en la escuela Wesville? – preguntó y yo asentí con la cabeza - ¿Recuerdas a mi hija Gabriela? - Por supuesto, todo un amor – le sonreí. - Ella también estudia allí, tal vez ellos dos se hagan amigos. - Sería bueno. Ella me dijo el nombre de su madre y lo escribí en el pastel con la pequeña dedicatoria que Dafne me había pedido que escribiera en el pastel. Dafne es una mujer un poco mayor, quizás de unos 45 años, casi de mi misma estatura, de tez morena, ojo café oscuro, cabello largo y ondulado, era una mujer que se veía que cuidaba de su salud, se veía delgada y muy saludable. Después de comprarme el pastel se quedó un rato más en la tienda hablando conmigo, hasta la invite a unas galletas y un café mientras hablábamos. Ella vivía en el mismo vecindario, pero vivía dos cuadras más delante de mi casa, ella es una mujer muy alegre que en cuanto la vez te transmite una gran armonía y confianza, mientras hablábamos ella me contó un poco sobre la discapacidad de Gabriela, según lo que me había dicho Gabriela había nacido saludable, pero conforme fue creciendo poco a poco fue perdiendo la habilidad de escuchar hasta que la perdió totalmente a los 3 años y tampoco aprendió a hablar. Gabriela utiliza un aparato en ambas orejas las cuales le ayudan a escuchar un poco, aunque no del todo, pero al menos la ayuda cuando está en la escuela. El resto del día paso con total normalidad, me alegraba mucho que cada día tenía más clientes, el día de ayer solamente había tenido quince clientes en todo el día, y ahora tuve veinticinco clientes en total, por la tarde le había llamado a Max para preguntarle si estaba bien y si ya había llegado a la casa, él me dijo que si así que pasé mucho más tranquila el resto de la tarde. Cuando ya solamente faltaban 10 minutos para las 9:00 pm empecé a ordenar todas mis cosas y a prepararme para irme a mi casa, mientras ordenaba mis cosas vi a través de las vitrinas que empezó a llover afuera, me apresure un poco más para que no me tocara manejar bajo la lluvia, mientras hacía todo eso escuche mi celular sonando, mire la pantalla del celular y vi que era un numero desconocido, de todas formas, conteste porque tal vez podía ser un cliente. - ¿Hola? – dije cuando contesté la llamada. - Hola Elisa, soy Richard tu vecino de enfrente – abrí los ojos un poco sorprendida, ni siquiera recordaba que le había dado mi número de celular a Richard. - Hola Richard ¿En qué puedo ayudarte? – pregunté. - ¿Recuerdas del pastel que te hable para Vanessa? – preguntó. - Claro – respondí. - Lo siento si es un poco tarde, pero justo acabo de salir de mi trabajo, ¿Todavía estas en la pastelería? – me preguntó, me quede pensativa por unos segundos y miré la hora del reloj de pared, justamente ya eran las 9:00 pm es decir la hora en que cerraba la tienda, pero después me puse a pensar que él había ayudado a mi hermano a pesar de que ya no estaba en sus horas de trabajo, al menos debería de devolverle el favor – Si ya no estas allí no importan, puedo buscar otro…- lo interrumpí. - Todavía estoy en la pastelería – respondí. - Perfecto, ¿Podrías enviarme la dirección de la pastelería por mensaje? Llegaré lo antes posible para no hacerte perder tu tiempo – dijo Richard. - Esta bien, te la envió ahora mismo, nos vemos luego – dije antes de colgar la llamada. Le escribí el mensaje de la dirección en un mensaje a Richard y me quedé esperando a que él llegara, después de que Richard viniera cerraría, y sabía que probablemente no me tardaría tanto con él así que decidí darle vuelta al cartel que decía “Abierto” para que nadie más entrara ya. Me quede apoyada sobre el mostrador de pasteles mientras veía mis r************* hasta que escuche que tocaron la puerta, levanté la vista y vi que era Richard debajo de la lluvia. - ¡Esta abierto, puedes entrar! – dije y él abrió inmediatamente. Cuando entró me dio un poco de pena porque estaba completamente empapado por la lluvia. -Lo siento por haberte hecho esperar, había un poco de tráfico – dijo Richard arreglándose su cabello que se veía un poco desordenado por la lluvia. - No, está bien – le sonreí – Entonces… ¿Cómo quisieras el pastel de Vanessa? – pregunté y él se quedó pensativo por unos segundos. - Realmente no tengo una idea clara, nunca le he regalado un pastel – rio un poco - ¿Tienes alguna propuesta o fotos de pasteles para aniversario? – preguntó. - Claro, iré por el catálogo para que veas algunas ideas – él asintió con la cabeza y sentó en una de las mesas, yo fui a buscar el catálogo. - ¿Elisa todavía tienes café caliente? – preguntó desde la mesa – Me gustaría beber uno. - Por supuesto – respondí. Cuando encontré el catálogo lo puse frente a la caja registradora y por suerte una de las cafeteras todavía seguía un poco caliente así que no tardaría tanto en estar el café. Tomé el catálogo de pasteles y fui a la mesa en donde estaba él, me di cuenta de que se había quitado el saco y se había subido un poco las mangas de su camisa hasta los codos, no sabía si era porque su ropa estaba empapada o si realmente le quedaba un poco ajustada la camisa, pero se le marcaban bastante los músculos de los brazos. -Hace un año hice un pastel de compromiso de un año, fue una idea que la misma pareja propuso y me gustó tanto que no pude evitar agregarla al catálogo – pasaba las páginas buscando las fotos del pastel del cual le hablaba. - Se ve que te gusta esto – dijo, yo levanté la vista sonriendo y me di cuenta de que me miraba directamente a los ojos, su mirada me puso un poco nerviosa así que aparte mi mirada rápido. - Sí, creo que soy buena en lo que hago – mordí mi labio inferior con un poco de nerviosismo porque me estaba tardando mucho en encontrar la foto que le quería mostrar a Richard - ¡Aquí esta! – dije cuando finalmente la encontré, deslicé el catálogo sobre la mesa para que él viera mucho mejor la foto. - Es muy hermoso – admitió viendo el pastel - ¿Fue un diseño creado por ti? – preguntó y yo negué con la cabeza. - No, esa pareja trajo el estilo y yo simplemente lo preparé. - ¿Puedo ver algunos de tus estilos? – preguntó y yo asentí. Tomé nuevamente el catálogo y regrese a la primera página y le pase el catálogo. -Puedes ver desde aquí todos mis estilos que fueron diseñados por mi – dije antes de levantarme – Iré por tu café – él asintió con la cabeza y fui hasta la cafetera para servir el café, tomé una de las tazas limpias que estaban colgadas en la pared y serví el café. - Me gustan mucho más estos – admitió Richard desde la mesa. Tomé algunas bolsas de azúcar y fui de nuevo a la mesa, y le entregué el café. -Gracias, necesitaba tanto un café – dijo sonriéndome. Al final Richard eligió uno de los estilos que yo le había mostrado, nos quedamos hablando de otros detalles del pastel, como los colores, la dedicatoria, la fecha para cuando lo quería y entre otras cosas, Richard terminó casi al mismo tiempo que terminamos de organizar todas las cosas del pastel, así que decidió esperarme para que yo cerrara la tienda y ambos nos fuéramos en nuestros respectivos autos. -Bien, entonces tendré preparado tu pastel para esa fecha – le sonreí. - Esta bien, buenas noches, Elisa – dijo antes de caminar hacia su auto. Todavía estaba lloviendo un poco así que corrí un poco para llegar hasta mi auto, cuando metí las llaves e intente encender el motor no encendió, intente varias veces, pero fue inútil, la camioneta no encendió. Vi como los faroles del auto de Richard se encendían y se acercaban hasta mi camioneta, cuando estuvo a la par bajo su ventanilla. - ¿Esta todo bien? – preguntó. - Mi camioneta no enciende – intente encenderla de nuevo, pero no funciono – Que raro, nunca había fallado. - ¿Quieres que le heche un vistazo? – preguntó quitándose el cinturón de seguridad, ni siquiera pude responderle cuando vi que ya se había bajado de su auto para ayudarme. Me quite el cinturón de seguridad y abrí el capo de la camioneta, me baje del auto y camine hacia el frente en donde estaba Richard inspeccionando el motor. -Gracias por ayudarme -dije cuando estuve a su lado. - Es lo menos que puedo hacer después de que no me dejaras pagar el café – yo sonreí y él hizo lo mismo - ¿Hace cuanto no cambias la batería de la camioneta? – preguntó y yo me quedé pensativa, no había pasado tanto tiempo. - Creo que ocho meses – respondí. - Creo que el problema es la batería porque lo demás está bien, podría ayudarte a conseguir una batería, pero el taller abre hasta mañana, el centro de la cuidad es muy seguro y no hay problema si tu camioneta se queda aquí – yo asentí. - Gracias, entonces pediré un taxi…- él me interrumpió. - Elisa no hace falta, vamos al mismo lugar, puedo llevarte yo – me dijo y me dio un poco de pena, ya había hecho mucho por mi últimamente. - No me gustaría molestarte…- volvió a interrumpirme. - No es ninguna molestia – dijo cerrando el capo de la camioneta – Vamos antes de que empiece a llover más fuerte – yo asentí y ambos nos subimos a su auto. Unos minutos después nos estacionamos frente a su casa, antes de apagar el motor del auto Richard me miró. -No le digas nada de lo que sucedió hoy a Vanessa, quiero que todo sea una sorpresa para ella – me dijo y yo asentí. - Claro, no le diré nada – le sonreí. - Gracias Elisa, ten una linda noche – dijo mirándome con una perfecta sonrisa. - Feliz noche Richard.
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