El olor a tocino y café me despertó de la tumba. Había cuatro Advils en la mesa de noche junto a dos enormes vasos de agua. Tomé el medicamento y lo tomé con ambos vasos de agua. Caminar resultó ser más que un desafío. Tuve que agarrarme a la pared para apoyarme mientras avanzaba lentamente por el pasillo. La única razón por la que seguí fue por el olor a comida. Todo mi cuerpo temblaba con cada paso. Mis músculos sufrieron espasmos y mis articulaciones rígidas me hicieron prácticamente cojear. Mi bestia refunfuñó dentro de mí. Ambos sentimos que no habíamos comido en mucho tiempo. La bestia. Casi me caigo cuando pude sentirla moverse dentro de mí. Era muy natural; La forma orgánica en que ella se arraigó en mí era imposible de negar, sin embargo, la forma interna en que pulsaba a trav