Mi garganta se cerró porque tenía razón. No fue mi primera vez. Ya había corrido una vez antes. Más bien intente huir. Un intento que duró muy poco. —¿Por qué diablos me odias tanto?— Me encontré preguntando. Me mordí el labio cuando sus ojos se abrieron, sintiendo que la ira me movía a dar un paso adelante. —Mira, lamento mucho haberme estrellado contra tu vida. Créeme, esto no es lo que quería, pero me debes respuestas. Me debes la verdad. ¿Esta cosa de sangre de luna? No puedes ocultarme eso—. Levi se rió entre dientes. —Eres un dolor gigante en mi trasero y ahora un dolor para la manada. ¿Te das cuenta siquiera de la amenaza que representas para todos? Podrías volverte pícaro. Eso significa que eres un peligro para ti y para todos los que te rodean y que tendríamos que contener. Y a