Derek asintió mientras empujaba la tostada. —La ley establece que si encuentras a un humano mordido, entonces eres responsable de él—, dijo, apuntándome con su espátula.
—Pero depende del ser humano elegir lo que quiere.
—Tienes dos opciones: la primera es que puedes morir. Escuche, no hay nada malo ni deshonroso en eso. Mucha gente ha elegido ese camino. Además de hacerlo completamente indoloro, nos ocuparemos de cualquier asunto. Si quieres que tu familia piense que te comió un oso, lo haremos—.
—¿Y la otra opción?— Yo pregunté. El tema de mi propia muerte no era algo en lo que quisiera insistir.
—Te ayudamos. Si eliges vivir, haremos todo lo posible para asegurarnos de que tengas las mejores posibilidades de sobrevivir—.
—¿Y lo harás? ¿Como en realidad? No entiendo por qué harías e
