CAPÍTULO DIEZ Rayaba el alba, entrando a través de las pequeñas ventanas de la cabaña de Illepra, cayendo sobre los ojos cerrados de Gwendolyn y despertándola lentamente. El primer sol, un naranja tenue, la acariciaba, despertándola en el silencio del cercano amanecer. Ella parpadeó varias veces, al principio estaba desorientada, preguntándose dónde estaba. Y entonces se dio cuenta: Godfrey. Gwen se había quedado dormida en el piso de la cabaña, acostada en una cama de paja, cerca de la cama de él. Illepra durmió junto a Godfrey, y había sido una noche larga para los tres. Godfrey había estado gimiendo durante toda la noche, dando vueltas, e Illepra lo había cuidado sin cesar. Gwen había estado ahí para ayudar de cualquier forma que pudiera, para traer trapos húmedos, exprimiéndolos, co