CAPÍTULO TRECE Thor se sentó en la larga mesa en el Salón de Armas, rodeado de sus hermanos de La Legión, de sus amigos más cercanos, de Los Plateados, Kendrick frente a él, Kolk y Brom cerca, y se sintió más en casa de lo que había estado en su vida. El día había sido un torbellino. Antes de hoy, ellos todavía lo veían como un forastero, o a lo sumo, como otro m*****o de La Legión. Pero después de hoy, pudo ver en cada una de sus miradas, por la manera en que se dirigían a él, que lo consideraban como uno de los suyos. Como a un igual. Estos hombres, a quienes siempre había admirado, le daban el respeto por el que había luchado toda su vida. No había nada que él hubiera querido más, que estar aquí, con estos hombres, para luchar a su lado y para ser aceptado por ellos. Thor se sentía má