La verdad me invadió como un tsunami. El huracán Andrea arrasó con todo, dejando a su paso desolación, deconstrucción y un hueco en mi pecho. Nunca en mi vida habría imaginado que una mujer como ella se convertiría en una asesina. Jamás en mi miserable vida imaginaría que la mujer que se quedó conmigo en el rancho, la que me leía mientras estuve en coma, me causaría un dolor tan grande. Todo sucedió tan rápido, sin anestesia, sin previa preparación. No sabía qué decir, cómo actuar o reaccionar. Fue tan sorpresivo enterarme de esa manera, que de inmediato di dos zancadas atrás y mis brazos cayeron. Nunca imaginé que Andrea tuviera que ver con la muerte de mi padre, ni que era la principal responsable de su ataque cardíaco. En ese momento todo encajaba a la perfección. Cuando Andrea lo co