—Lo siento —dijo Camila, y bebió la copa. Emmanuel solo sonrió. También bebió su copa y sirvió màs vino. —Entiendo, y hay algo que me encanta de ti. Ella le mirò con duda. —¿De mí? —Eres honesta, nadie fue tan honesto conmigo como tú, y eso me gusta. Últimamente, pienso en todas las veces que Estefanía me mintió, últimamente pienso en todas las veces y todas las formas en que fui traicionado, nunca quiero ser ese hombre débil. Camila negó, limpió las lágrimas que habían salido de sus ojos, se acercó y tomó su mano. —No diga eso, señor Harp, no piense en esa gente, no somos lo que ellos no hicieron, no permita que los engaños o traiciones, ni siquiera el dolor, definan lo que es usted. Emmanuel sonriò. —¿Y qué soy? Soy un cornudo, un hombre muy rico, con billones de dólares, empre