Prefacio

1170 Words
Estoy agotado, el día en la oficina fue caótico, la gente, los nervios de Em y Nathan, los japoneses, por dios los benditos japoneses, esos hombres capaces de torturar tu mente en solo unos minutos. Ellos nos querían estafar, lo sé, ellos lo sabían, pero aun así querían hacerse los desentendidos, pero conmigo no podían, era el mejor en esto, era el mejor a la hora de hacer mi trabajo, pero hoy no era mi día. Tenía esa bendita sensación, una que me decía que algo pasaría y por la que tenía todos mis sentidos alerta. Fue por eso que decidí irme de la empresa, tenía que terminar unos papeles, pero no tenía la cabeza para ello, solo necesitaba paz, tranquilidad y un poco de mi chica. Estacione el auto en el garaje como todas las veces, está noche sería especial, hoy mi vida cambiaría, sentaría cabeza, formaría una familia, tendría un futuro nuevo que planificar, está noche me convertiría en el futuro esposo de alguien. Saludo al portero que me observa sorprendido pero que aun así responde, parece algo alterado y nervioso, junto mis cejas, no estoy para esto, no sé qué le ocurre y tampoco quiero saberlo. Me subo al ascensor mientras tocó la caja del anillo en mi bolsillo, tardé semanas en elegirlo, Molly me ayudó, Emily también, todos mis amigos sabían de esto, me habían ayudado a pesar de sus opiniones y ahora lo iba a hacer, en unas horas le propondré casamiento a Mía, mi novia desde hace ya cuatro años. Todavía recuerdo cuando la conocí, acaba de salir del juzgado, llevaba adelantes los papeles de mi amigo, Jony, un tipo que conocí en la universidad y con el que me juntaba cuando los horarios no me absorbían o no estaba con mi familia disfrutando de todo lo que ellos proporcionaban. Aquel día salí acelerado, era mi primer trabajo fuera de la empresa Hamilton que me confiaban, estaba poniendo todo de mí para eso, quería ser el mejor, demostrar que podía así que iba tan absorto en el teléfono que no la vi y la choqué, sus carpetas cayeron al piso y una maldición brotó de sus labios rosados, sus ojos celestes me observaron un momento antes de ponerse completamente roja y acomodar su cabello. Recuerdo que me pareció igual de adorable que ahora, tanto que no pude evitar invitarla a salir, lo demás es solo lo mejor que me ocurrió en la vida. Saco la llave de mi saco y entró a su departamento, Mía no sé ve por ninguna parte, observó el reloj en mi muñeca, son las dos de la tarde por lo general llegó dos horas más tarde, puede que no esté. Dejó las llaves sobre la mesa junto con mi portafolio, me deshago de mi saco, será mejor que me bañé, sacar el estrés para luego dedicarme a la mujer que amó, a la… -          Ah sí… - junto mis cejas - Así… - un gemido acompaña lo último. -          Qué… - vuelve a gritar justo en el momento que un hombre se escucha.   Tomo aire y comienzo el camino, ese que me lleva a la habitación donde tantas veces dormí, dónde me acosté con la mujer que ahora gime con otro. El nudo en mi garganta aumenta, esto no puede estar pasando, las cosas no deberían ser así, ella quería una familia, me amaba, dijo que me amaba. Llegó a la puerta y tomo aire, estoy tratando de juntar la fuerza necesaria para lo que sé que veré, pero no encuentro de dónde sacarla, así que solo tomo mi teléfono, apretó la cámara y abro. Jony se encuentra arrodillado justo detrás de ella, ninguno de los dos se percata de mi presencia, pero aquí estoy, viendo como ella disfruta y gime otro nombre, viendo a mi amigo traicionarme y entendiendo que las palabras de Nathan y los demás fueron ciertas.   Flashback -          Amigo te amo, y porque te amo tengo que decirte que esa mujer no es para ti - Nathan me observa fijamente - Ella se ha insinuado con los chicos en varias oportunidades, incluso conmigo - junto mis cejas.   -          Solo es sociable - suspira - ¿Estás diciendo que mi novia es una cualquiera? ¿En serio?   -          Solo trato de que no sufras - se levantó - Puedes creer lo que quieras, pero si esa mujer hace eso ahora, no quiero imaginar lo que hará casada.   -          Por favor solo vete - levantó sus manos en son de paz.   -          Ojalá me equivoqué - salió sin mirar atrás.   Fin del flashback   Tomé mi celular y grabé, la escena me producía náuseas, pero tendría las pruebas suficientes para poder finiquitar todo aquello que teníamos juntos, la casa en construcción, los sueños, mi esperanza. -          Al final todos tenían razón - hablé lo suficientemente alto para que me escucharán.   El color de Mia bajo diez tonos mientras John se levantaba y buscaba su bóxer, no dije nada, no valía la pena, solo saqué una última foto para unir a la grabación y me fui de aquella habitación. Sus gritos resonaron por todo el lugar, me llamo una y otra vez, pero no me detuve, solo llegué hasta mi maletín, tomé mis cosas y… -          No te puedes ir, no puedes dejarme así - gire pata verla.   -          Así ¿Cómo?   -          En este estado, hablemos, las cosas se solucionan, esto no es importante. – subí mis cejas.   -          Acostarte con mi amigo no es importante - una risa falsa salió de mis labios.    -          Solo fue un desliz, no tienen importancia.   -          Para mí la tiene - gire para irme - Por si no queda claro, hemos terminado.   -          ¡No me puedes dejar! - levanto una ceja y la miro por sobre el hombro.   -          Mírame – abrí la puerta en el mismo momento que su grito retumbo.   -          ¡Estoy embarazada! – me frene - Tengo un bebé en mi vientre, nuestro hijo, no podemos separarnos, no nos puedes dejar - trague con dificultad.   -          Por cómo lo veo, ese niño puede ser mío o de cualquiera de tus amantes. - volví a tratar de irme.   -          Es tuyo, es nuestro, nos dejas y me mato Mateo, este bebé vendrá conmigo cuando lo haga. - apreté mi puño con fuerza.   -          Haremos las pruebas correspondientes apenas se pueda Mía, y si ese hijo no es mío te vas tal y como llegaste de mi vida, en caso de que, si sea, nosotros no volveremos a estar juntos - gire y me acerque - Nunca más en mi vida te volveré a tocar, me das asco y haré todo lo posible para que ese bebé que supuestamente tienes ahí se quede conmigo.   -          No juegues conmigo Mateo, porque eres mío o de nadie, así tengo que llevarte al mismo infierno - acercó su rostro - De mí no te vas a liberar.   -          Nos vemos en la corte - giré y me fui. -          ¡Mateo!
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