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Angel y Demonio.

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-Donde está?- el hombre entro como una tromba al departamento de Connor. No sabía cómo había hecho, pues había seguridad en el edificio.

Ella había llegado hacía poco. Su viaje desde Dallas hacia California había sido agotador. Así que cuando llegó y no pudo localizar a Connor, se había cambiado. Se había puesto un camisolin blanco de satén con tiritas. Ella había heredado el porte de su madre, era esbelta con pechos y trasero pequeño. Piel blanca apenas dorada por el sol de Texas, cabello dorado muy lacio que llevaba por la mitad de la espalda y ojos color azul intenso. Su padre solía decirle que tenía los ojos del color del cielo de su tierra cuando el sol se escondía.

Los gritos la despertaron. Se levantó exaltada y bajo las escaleras descalza.

-Quien es UD. Que hace aquí y como entró?- le gritó con su voz cantarina. Su voz al igual que la de su hermana Calixta tenía un tono musical, que se acentuaba con su acento sureño arrastrado. Ella casi nunca se enojaba pero cuando la hacía, bueno, su voz no la acompañaba. Sus hermanos solian burlarse de ella.

El vio a la mujer bajar exaltada, era pequeña pero con las medidas justas. Se denotaba cierta estirpe en su andar y en su voz incluso con acento sureño. Pero a él no le importaba, nada le importaba solo lastimar al hombre que había dañado a su hermana.

-Asi que tú eres la putita de Connor- le espetó con asco.- El robó la virtud de mí hermana así que ahora yo le robaré algo a él- Eso fue lo último que escuchó Angela antes de que el hombre la cargara como una bolsa de papas. Ella lo pateó y se sacudió pero no era oponente para él...

ESTA HISTORIA PERTENECE A UNA SAGA, PERO SE PUEDE LEER DE FORMA INDEPENDIENTE!

CORRESPONDE A LA 4 DE LA SAGA FALCONE.

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Capitulo 1. Los Falcone eran una familia poderosa. Nunca nada ni nadie los lastimaba. Hasta ahora.
Angela. Angela se despertó exaltada. Trato de adaptarse a la luz del lugar y centrar su mirada. Estaba en una habitación que no reconocía. No estaba en su cama con dosel y papel tapiz con motivos románticos. La cabeza comenzó a dolerle. Trato de recordar como llego allí. Estaba desorientada pero recordaba su viaje relámpago de Texas a California. Debía advertirle a Connor que alguien quería lastimarlo. Recordaba haber llegado al piso de él y haberse ido a dormir, estaba muy cansada. Flashback. 'Donde está?- el hombre entro como una tromba al departamento de Connor. No sabía cómo había hecho, pues había seguridad en el edificio. Ella había llegado hacía poco. Su viaje desde Dallas hacia California había sido agotador. Así que cuando llegó y no pudo localizar a Connor, se había cambiado. Se había puesto un camisolin blanco de satén con tiritas. Ella había heredado el porte de su madre, era esbelta con pechos y trasero pequeño. Piel blanca apenas dorada por el sol de Texas y unas pecas repartidas por su nariz y mejillas, cabello dorado muy lacio que llevaba por la mitad de la espalda y ojos color azul intenso. Su padre solía decirle que tenía los ojos del color del cielo de su tierra cuando el sol se escondía. Los gritos la despertaron. Se levantó exaltada y bajo las escaleras descalza. -Quien es UD. Que hace aquí y como entró?- le gritó con su voz cantarina. Su voz al igual que la de su hermana Calixta tenía un tono musical, que se acentuaba con su acento sureño arrastrado. Ella casi nunca se enojaba pero cuando lo hacía, bueno, su voz no la acompañaba. Sus hermanos solian burlarse de ella. El vio a la mujer bajar exaltada, era pequeña pero con las medidas justas. Se denotaba cierta estirpe en su andar en su voz incluso con acento sureño. Pero a él no le importaba, nada le importaba solo lastimar al hombre que había dañado a su hermana. -Asi que tú eres la putita de Connor- le espetó con asco.- El robó la virtud de mí hermana así que ahora yo le robaré algo a él- Eso fue lo último que escuchó Angela antes de que el hombre la cargara como una bolsa de papas. Ella lo pateó y se sacudió pero no era oponente para él...' Ahora recordó, el hombre la sacó sin dificultad del edificio. Habría sobornado a la gente de seguridad? De repente su corazón se estrujó. Sus padres, se preocuparían. Sus hermanos. Siempre había tenido una conexión muy especial con su madre. Ella siempre le decía que su Ángel, como la llamaba con cariño, había heredado los poderes de su abuela paterna. Es que Angela en ocasiones tenía sueños premonitorios y una conexión casi telepática con su madre. Angela no sabía si se parecía a la abuela Rose, ni siquiera la había conocido. Ella atribuía esta cualidad al hecho de que tanto ella como su madre casi habían muerto durante el parto. Eso había creado un vínculo único entre ellas. No sabía cómo explicarlo pero era una especie de pulso. "Estoy bien mamá, no te preocupes" trato de decirle desde su cabeza. Pero, estaba bien? Cuando los Falcone se enteraran de su desaparición iba a ser un revuelo importante. Nadie se metía con un Falcone y salía ileso, ese era el lema de la familia. Y si, sonaba un poco mafioso. Es que su tío había sido un mafioso, o algo así. Realmente no había llegado a conocerlo. Pero la fama les había quedado. Aunque ahora los negocios de la familia eran limpios, la gente solía temerles. Incluso ella y un par de sus hermanos (eran en total 8) habían decidido usar el apellido de su madre, Harrison, para pasar más desapercibidos. Aunque en Texas era difícil pasar desapercibido con ese apellido. Los Harrison habían sido una de las primeras familias en instalar su rancho en Texas y habían tenido su momento de gloria, hasta que su abuelo había dilapidado su fortuna y no había tenido otra opción que entregar a su única y joven hija en matrimonio al menor de los Falcone. Los Falcone tenían una pequeña tierra aledaña a los Harrison, hacían lo posible por sobrevivir. No tenían alcurnia ni estirpe pero habían tenido la suerte de que hacia fines de los '70 encontraran petróleo en su tierra. Su padre era un hombre rústico que siempre había deseado a la joven y altiva Harrison. La veía en los rodeos de lejos y ella lo miraba levantando su nariz como con asco, siempre les contaba su padre riéndose mientras su madre trataba de desmentirlo. Si. Ella pertenecía a una familia poderosa pero su captor no lo sabía. Tampoco sabía si importaba o haría diferencia. El hombre estaba realmente furioso. La saco del edificio y la metió a una limosina con los vidrios opacos y como ella "gritaba" simplemente la amordazo y la ato el descarado. Evidentemente era un hombre poderoso porque no tuvo inconvenientes en subirla a un vuelo privado. Sus empleados no dijeron nada por ver a una joven semidesnuda, atada y enojada. Muy enojada. Angela recordaba estar furiosa. Pero ya no sentía esa furia. Sus enojos no duraban demasiado, no tenía espíritu para conservar su furia mucho tiempo. Sus hermanos se mofaban de ella por sus gritos y su furia, decían que su Ángel no tenía temple para enojarse. Era la oveja blanca de la familia solían decir...Bueno, junto con su madre Linda. Aunque Linda tenía cierto temple para manejar a sus hijos, para separarlos cuando se agarraban a golpes de puño. Ellos eran 8 y solo dos mujeres. El resto eran todos varones. Más su padre, que nunca había sido un hombre fácil. Sin embargo, su madre, Linda siempre los había guiado con un puño de hierro. Angela quisiera tener el temple de su madre. No sabía que haría el día que fuera madre, no se imaginaba ni gritando ni castigando a algún retoño suyo. Ahora estaba no sabía dónde, con un hombre enfurecido que la había secuestrado. Si había un momento para mostrar cierto espíritu era ahora, se dijo a si misma. Su estómago gruñó y la sacó de sus pensamientos. Se acercó a la puerta pensando que tendría llave pero no, la puerta estaba sin cerrojo así que abrió. Demian Recordaba el momento en que su hermana, su joven y dulce hermana el único pariente que le quedaba vivo después del accidente que tuvieron sus padres le dijo que Connor y ella habían tenido sexo. En su casa, bajo su techo, como se atrevió el muy maldito! No le alcanzó con traicionarlo, también tenía que hacerle eso a su hermana. Crystal había estado la noche del accidente de auto de sus padres, ella era pequeña aún tenía solo quince años. Demian había acabado la universidad, y estaba tratando de hacerse un nombre en el mundo de las startup cuando lo llamaron para avisarle de lo que había pasado. Tuvo que dejar todo para volver a la casa familiar y hacerse cargo de los negocios de la familia y de su hermana, que no solo había perdido a sus padres sino que también la vista. Había hecho un enorme esfuerzo para aprender braile y seguir adelante mientras tenía el corazón roto por la muerte de sus padres. Siempre habían sido amorosos, eran buenos padres. A Demian lo habían impulsado a seguir sus sueños, nunca habían sido padres castradores. Connor había sido compañero suyo en la UCLA. Nunca habían sido íntimos. Connor era muy reservado y un poco nerd también, un flacucho con granos muy inteligente. Cuando se acercó a él para terminar el proyecto que habían iniciado juntos Demian se entusiasmó. Aunque se había avocado completamente a los negocios de su familia la tecnología siempre iba a ser su primer amor. Connor ya no era el flacucho nerd con granos, se había convertido en un hombre imponente, musculoso. Y entendía que para las mujeres tendría cierto atractivo con su metro 85 de estatura, de piel color miel pelo n***o y ojos oscuros y usaba unos lentes que lo hacían verse intelectual. Aunque no tan alto como Demian con su casi metro noventa. Demian nunca había sido un nerd con granos, siempre había sido deportista, su cuerpo bien marcado, su cabello corto castaño una sonrisa perfecta y su hoyuelo en la mejilla así como sus ojos verdes habían sido la perdición de muchas mujeres, especialmente en la universidad donde había roto muchos corazones. Ahora tenía en su casa a la novia de Connor. El sentiría en carne propia lo que era que lastimen a alguien que te importaba. Desde que había traído a la joven pudo dormir. Ya le había avisado a su personal. Ellos eran fieles a él, eso no le preocupaba. Con dinero todo se compraba no había sido difícil pasar inmigraciones. Así era como se traficaba, con drogas, con armas y con personas. Aunque sus negocios eran limpios Demian no era ingenuo. Había puesto a la furiosa chica en una habitación cercana a la suya. Su hermana estaba apartada en una casa adosada. Cuando fue mayor pidió tener su propia independencia y sus casas estaban interconectadas, aparte Roberta su ama de llaves dormía del lado de la casa de su hermana, así lo había preferido él. Y ahora era una bendición ya que no quería que se cruzaran ni que supiera lo que estaba pasando allí. Cuando la joven abrió la puerta de su habitación él la oyó inmediatamente. La encontró en la cocina, descalza con la heladera abierta. Cuando lo vio se sobresaltó. -Perdon- dijo ella con esa voz tan suave que tenía - Es que tengo hambre, no recuerdo la última vez que comí- hizo una pausa mientras lo evaluaba con la cabeza inclinada. Chasqueando con la boca finalmente dijo -Imagino que esta idea tuya del secuestro no incluirá matarme de hambre, no?-

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