CAPITULO 3

2458 Words
  Desde que Monique dejara México, no había podido dejar de pensar en Bruno de la Vega, el hombre que había conocido en la fiesta y del cual no tenía ni siquiera el número telefónico, se dijo que sería fácil conseguirlo, pero para que se respondió inmediatamente. -Lastima Monique, son demasiados los kilómetros que los separan, olvídalo - se ordenó.   Lejos estaba ella de saber que a Bruno le pasaba lo mismo, y ese mismo día su subconsciente se lo recordaría a pesar de todas las imposiciones que se había puesto para no pensar más en la rubia de piernas largas. Bruno regreso a California, sus obligaciones con el bufete no le permitían tomar más que un par de días de descanso, de tanto en tanto. Aun cuando todo el día se mantuvo ocupado, no hacía más que pensar en Monique, porque le ella permitiría a Dunant que la tratase así, tal vez él no se ha dado cuenta, pero no podía creer que ella se conformase solo con las migajas de su amistad. Así que en cada momento que no estuvo ocupado, las imágenes volvían a su cabeza una y otra vez, la veía bailando, sonriéndole con aquellos labios suaves y voluptuosos, posando sobre el su penetrante mirada. Ese solo pensamiento lo hizo estremecer y sentir la indiscutible punzada de deseo no satisfecho. -Maldición – dijo en voz alta – para de una buena vez De la Vega, en lugar de estar fantaseando con lo que pudo ser, debería de advertir a Alex sobre esa relación de Stefan con Monique. Bruno ya no tuvo la oportunidad, de hacerlo, Alex y Dunant habían salido a cenar y para su mala suerte su amiga se había topado con Federico Santoro. Ahora que había recibido la llamada de Constanza para que la acompañase, sabía que no era el momento de poner más sal sobre la herida. Cuando Bruno llego al hospital estaba furioso con Dunant, y en cuanto tuvo oportunidad le planto la cada a Stefan. -Que le hiciste a Alex – Bruno agarro a Stefan por las solapas del saco -Nada y suéltame – grito furioso - ¿Ella se enteró de tu amiguita verdad? – los celos hicieron su inoportuna aparición y no pudo evitar hacer la pregunta. -No se dé qué demonios me estás hablando -De Monique – no pudo evitar que el dolor se colara en su voz y en sus gestos -Entiéndelo de una vez, ella y yo solo somos amigos, además no creo que sea a ti a quien deba dar explicaciones sobre ello. -Si le pasa algo a Alex, te las veras conmigo Dunant – lo amenazó Dos días después Stefan y Alex volaban rumbo a Italia en el avión privado de Stefan. -Debo confesar que nunca antes viaje tan cómodamente -Es la ventaja de diseñar tu propio espacio. Ambos rieron y continuaron hablando de varias cosas hasta que Stefan saco el tema de Monique. -Stefan no… - comenzó a decir Alex -Por favor necesito explicarte mi relación con Monique, para que no haya malos entendidos entre nosotros. -Entonces aceptas que si tienes una relación con ella – dijo un tanto triste y sin entender la postura de Stefan. -La única relación que tengo con Monique es aparte de la amistad que nos ha unido por muchos años, es laboral. Ella trabaja conmigo, es mi mano derecha y sí, no te voy a mentir que cuando estábamos en la universidad tuvimos una relación más íntima, pero nos dimos cuenta que eso no tenía futuro, que nos complementábamos más como amigos que como pareja y desde entonces eso hemos sido casi hermanos. Continuaron hablando y después de un momento Stefan quiso asegurarse de que Alex entendiera su relación con su amiga. -Entonces ya te ha quedado claro que Monique es únicamente mi amiga, la única amiga que tengo en verdad. -Lo entiendo. Cuando llegaron al hotel en Capri fueron recibidos por Monique, que le brindo un caluroso abrazo a su amigo y saludo a Alex de manera formal. -Bienvenida señorita Parker -Gracias y por favor llámame Alex Dicho esto, Alex dedico una gran sonrisa a Monique, como no hacerlo si era como una hermana para Stefan, ahora podía confesarlo para ella misma, ya no sentía celos de la hermosa rubia que era Monique. -De acuerdo – le devolvió la sonrisa – Stefan como siempre tu habitación esta lista al igual que la tuya Alex que esta contigua a la de Stefan, le hemos preparado la habitación blanca, ¿te parece bien? -Excelente, como siempre eres muy eficiente -Lo sé cariño, gracias – le guiño un ojo - Y ahora los dejare descansar de acuerdo Monique se alejaba por el pasillo cuando de pronto se volvió hacia ellos -Stefan cuando tengas oportunidad pasa por mi oficina es necesario ponerte al corriente sobre unas cuantas cosas -Tratare de hacerlo lo más pronto posible Después de informarle la situación de la empresa y los avances del nuevo hotel, Stefan estaba más que agradecido con Monique. -De nuevo quiero agradecerte por ser tan buena amiga - la abrazo - eres mi ángel. Ambos rieron y después cada uno se fue a hacer aquello que tenían pendiente, Monique a soñar con encontrar un día el amor, tal como lo hizo Stefan. Al día siguiente, mientras trabajaban, Monique miraba a su amigo y no se lo podía creer, Stefan volvía a ser el mismo que ella conoció en la universidad, su mirada limpia y tranquila llena de inmensa felicidad, se alegraba tanto por él, por como su vida había cambiado desde que conoció a Alex, le daba mucha alegría que finalmente hubiese encontrado a la mujer que lograra sacarle ese dejo de tristeza que se apodero de él desde la muerte de Bea. - ¿Que tanto me vez? -Es que te miras tan… feliz – le dijo -Es que lo soy Monique, soy el hombre más feliz de este mundo – la amplia sonrisa que se dibujó en sus labios era la constatación de ese hecho. -Me da mucho gusto por ti y por Alex también, porque eres un hombre maravilloso Stefan y cualquier mujer estaría muy orgullosa de tener a un hombre como tú a su lado. -Soy un hombre con muchos defectos Monique y tú mejor que nadie lo sabes, pero Alex logra que sea una mejor persona a su lado, hace que me sienta dichoso, pleno, es como si finalmente hubiese llegado a casa después de muchos años. -Te quiero mucho Stefan y estoy muy contenta de que finalmente vayas a sentar cabeza, por qué vas a casarte con Alex verdad. -Ya le pedí que fuera mi esposa y dijo que sí. Monique lo abrazo para felicitarlo, sinceramente estaba feliz por ambos -Y que haces aquí conmigo en lugar de estar con tu prometida. -No puedo dejar los pendientes de lado. -Stefan uno no se compromete para casarse todos los días, andiamo, vete con tu enamorada – sin mucho esfuerzo lo saco de la oficina y escucho como Stefan reía feliz mientras caminaba por el pasillo.   La vida para los enamorados seguía sin contratiempo y cada día que pasaba, Monique se daba cuenta de cuanto añoraba tener ella un amor así. El amor los abrumaba tanto a los enamorados como a Monique en sueños y fue así, como sin darse cuenta de que Hannah había llegado al hotel, solo para envenenar su presente. Las acusaciones contra Stefan fueron tan devastadoras que Alex, necesito llamar a su amigo Bruno de la Vega para que fuera por ella y la sacara de ese lugar. Despuntaba el alba cuando Bruno llego al hotel. La hermosa chica de recepción le estaba atendiendo encantada cuando apareció Monique vestida con su ropa de deporte, venía del gimnasio como todos los días, y en ese momento se dirigía a su suite. -Hola – dijo sonriendo a la recepcionista y lanzando una mirada gustosa al hombre que le daba la espalda. Vestía con unos pantalones oscuros, llevaba las mangas de la blanca camisa subidas y el saco colgaba cansadamente de una de sus hermosas manos que se encontraba apoyada en su hombro izquierdo. Le pareció un poco raro que el caballero no llevase equipaje solo un pequeño maletín, pero aun así no dijo más. -Senorina – la llamo la chica. -Sí. -El caballero busca a la amiga del señor Dunant – dijo la pobre chica mordiéndose los labios, ya estaba nerviosa con el simple hecho de que Bruno le estuviera hablando y al preguntar por Alexandra hizo que aumentara su tensión. -Yo me encargo desde ahora Elisa. -Gracias – respondió la joven dándose media vuelta y soltando el aire que hasta ese momento había contenido. -En que puedo ayu… - no termino la frase pues en ese mismo momento Bruno giraba sobre sus talones para mirarla a los ojos. La mirada de él recorrió su cuerpo lentamente de arriba abajo. Poco a poco fue bajando la mirada que en un principio se encontró con sus hermosos ojos color violeta, su mirada se deslizo por su cuello hasta llegar a sus pechos sugerentes, aprisionados por un top color azul rey. La mirada de Bruno bajo aún más pasando por el plano abdomen de Monique. Sus piernas, enfundadas en unas mallas a juego con el top, dejaban entrever la firmeza y lo bien torneado de sus muslos. Bruno trago saliva visiblemente para después volver a posar sus ojos sobre los de la mujer que lo estaba excitando aun después de las pesadas horas de vuelo. -Hola – dijo un tanto serio, pero sin poder esconder la pasión en su mirada. - ¿Qué haces aquí? – A Monique le sudaban las manos, no había vuelto a ver a Bruno desde que la ayudo en las Ilusiones. Acaso estaba ahí por ella, pensó. Claro que no se respondió de inmediato recordando que Elisa le había dicho que buscaba a Alex, ¿pero que sería tan importante como para que fuera a buscarla hasta Italia? Y ¿Qué tenía que ver con ella? -Que recibimiento tan cortes. -Discúlpame, me has pillado en mal momento. -Que no se supone que el ejercicio da felicidad a las personas -Así debería de ser – le respondió alzando una ceja. Y más aún después de que Monique estuviera golpeando el saco de box durante media hora, pero la situación de Stefan con Hannah la tenía bastante preocupada, así que no había logrado relajarse. -Estoy buscando a Alex – Bruno de pronto se puso muy serio - ¿La has visto? -No desde ayer, ¿Por qué? ¿Hay algún problema con su abuela la señora Constanza? -No, es algo personal – Bruno no quiso dar información a Monique, era obvio que la chica tomaría partido por Dunant así que era mejor no ponerla al tanto sobre el motivo real de su visita. Monique consulto su reloj, faltaban 20 minutos para que dieran la 8 de la mañana, estará despierta Alex, se preguntó. En la recepción, Monique buscaba hacer tiempo y una manera de poner a Stefan sobre aviso de la sorpresiva visita de Bruno. - ¿Has desayunado ya? – intentaba parecer serena -La verdad es que no, baje del avión y de inmediato tome un taxi para llegar hasta acá – para confirmar sus palabras sus tripas gruñeron. -Venga es muy temprano para que Alex haya despertado. -Pero si a ella le encanta madrugar. -Puede que, en la hacienda, pero acá la vida comienza más tarde, además está de vacaciones sin ningún problema que resolver así que puede darse el lujo de dormir hasta muy entrada la mañana. -Tienes razón – sonrió y a Monique le pareció la sonrisa más bella que hubiese visto. Como si fuesen amigos de toda la vida, Monique tomo a Bruno del brazo y lo condujo hasta uno de los restaurantes del hotel, claro que Bruno no sabía que el restaurante al que lo llevaba era el más alejado de la recepción y de los elevadores, para nada permitiría que Alex viese a Bruno antes de que ella pudiera dar la alerta su amigo. -Ordena lo que desees - le dijo cuando llegaron a una de las mesas ubicadas en la terraza que tenía una vista espectacular del mar Tirreno. -Pero como, no te quedas a hacerme compañía – la tomo de la mano y Monique no pudo evitar sentir el suave contacto de su piel, la recorrió una fuerte corriente eléctrica que la hizo vibrar. -No estoy para nada presentable – se encogió de hombros. -Tú te ves bien como sea Monique, incluso ahora. -Eres muy galante, pero me sentiré más cómoda una vez que haya tomado un baño y me haya puesto ropa más adecuada, como puedes ver el ejercicio nos hace sudar y no me siento a gusto así a tu lado – intentaba disfrazar su nerviosismo.   Bruno se le acerco lo suficiente, pero sin llegar a tocarla, bajo su rostro y lo hundió en su cuello y para sorpresa de Monique, este aspiro audiblemente. Monique quiso dar un paso hacia atrás, pero Bruno prediciendo su reacción la tomo de la cintura atrayéndola hacia él. Después de unos segundos que a Monique le parecieron interminables, Bruno se retiró. -A mí me parece que hueles – hizo una pausa y sonrió muy seductor – terriblemente bien para una persona que acaba de salir del gimnasio. Monique no pudo evitar sonreír ante la audacia de Bruno sobre su olor, estaba segura que olía a hombretón sudado, pero le habían hecho gracias sus palabras. -Hagamos esto, ordenemos desayuno para ambos y mientras esperamos a que llegue yo subo a mi habitación y tomo una ducha rápida ¿Qué te parece? -Una ducha rápida – arqueo una ceja – las duchas rápidas de las mujeres son de mínimo 30 minutos, más lo que tardan en vestirse, maquillarse y peinarse da un total de dos horas como mínimo, me parece que se enfriara tu desayuno. -Te prometo que estaré a tu lado en exactamente 30 minutos, bañada y vestida – añadió – no prometo más -Es una apuesta. -Claro – dijo sin pensar - ¿Y qué apostamos? -Lo que quieras – estaba muy nerviosa para pensar en algo. -De acuerdo si no bajas en exactamente 30 minutos tú aceptaras salir conmigo. -De acuerdo – dijo un tanto extrañada ante la invitación. -Entonces te veo en media hora, ni un minuto más. Monique salió casi corriendo del restaurante en dirección a los elevadores, pero en lugar de tomar el que la llevaría hasta su suite, tomo el privado, que la conducía directamente hasta las habitaciones de Stefan. Para nada le gustaba la visita de Bruno y Stefan debía estar enterado de su presencia en la ciudad.    
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