La luna resplandece en el cielo, brilla intensamente dejando que sus destellos platinados adornen las copas de los árboles. Cierto pelinegro observa sentado sobre la ventana – de una modesta casita deshabitada- a ningún lugar en particular, parece estar perdido en sus pensamientos; sus ojos azules se ven llenos de incertidumbre, no tienen certeza de que podrán llegar antes de Cahek a la Catedral del Ángel, Kaia no se ha comunicado con ellos y eso los deja totalmente aislados del mundo celestial. Los balbuceos incoherentes de Arina lo obligan a voltear a verla, yace dormida cubierta con sus alas. No puede evitar pensar que poco a poco está comenzando a entender la situación y a entenderse a sí misma, quizás, madurar en circunstancias extremas es lo que algunos necesitan. La brisa sopla
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