Tras salir del templo abandonado Zadkiel y Arina tomaron un autobús de larga distancia a la ciudad y es que caminar en las condiciones en las que estaban era demasiado riesgoso –ya que la g****a proporcionada por Lucifer apenas pudo dejarlos en los alrededores de la ciudad, su casa sí que estaba oculta-. Llevan dos horas de viaje, la rubia se mantiene despierta y alerta, cada vez que paran sus sentidos se agudizan buscando una posible amenaza y el corazón latiendo a mil por hora.
Desvía la mirada a su compañero de asiento, el pelinegro yace dormido, inmaculado casi pero por su rostro surcan ciertas muecas de dolor lo que causa más y más culpa en ella; la bocina del autobús suena una y otra vez al llegar a la última parada –la cual los deja a unos pocos kilómetros de su destino-.
― Zadkie
