Viginti

2969 Words

Sean le ofreció su mano a Jade para que se pudiera bajar del auto. La bailarina la observó durante unos segundos con desconfianza, pero terminó por aceptarla. - ¿A dónde me trajiste Sean? - Jade observaba el lugar anonadada. - A un restaurante italiano - Le contestó mientras sacaba el celular de su bolsillo para saber cuál era la reservación. - Esto no es un simple restaurante italiano - Señaló el lugar. Toda la fachada del lugar estaba cubierta en hoja de oro. Las personas que entraban y salían de ahí llevaban ropa de la más alta calidad, junto con accesorios de la misma forma. Jade observó la vestimenta que llevaba ese día y maldijo por debajo. - Hey - Sean habló con su mirada puesta en su celular - Las bailarinas no dicen malas palabras. - Las bailarinas no vienen a estos

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