—Creo que él se siente mal —dijo la mujer corriendo en busca de alcohol y algodón. Y yo corrí donde estaba Morris. Le toqué su cara y me acerqué para ver si estaba respirando, y era muy débil. Empecé a revisar su cuerpo y me di cuenta de que a medio lado su camisa estaba mojada, no me había dado cuenta porque es oscura. Corro para levantarla y veo que es herida con un arma blanca ¿Esto es desde que salimos? Con razón caminaba tan despacio si iba herido. —Morris escúchame —le tomé la cara con ambas manos—. Aguanta por favor. Ya casi llegan por nosotros. —¿Qué le pasa a tu amigo? —me preguntó el niño. Le di una sonrisa. —Se desmayó, pero está bien campeón —lo tranquilice. El niño asintió. —Mi papá dice que eso les pasa solo a los hombres débiles —musitó el niño. En eso llega la m