Ambos fueron a la oficina de Luca en silencio, en cuanto entraron, John se sentó en frente de la gran silla del empresario. Luca por su lado, se tomó su tiempo, se quitó la chaqueta, pidió dos cafés a Patricia y luego miró de nuevo a su amigo. —¿Y bien?, ¿Qué fue eso? No se ve como que no te interesara la hija de la mejor amiga de tu madre, ah ya sé, ¿fue un beso de caridad? Luca sintió algo que no supo expresar bien que era. —Ella no es una obra de caridad, me enamoré de ella con sólo verla, el problema es que me sentía, bueno más bien me siento poca cosa para ella, es tan hermosa. —Eres un tonto Luca, ¿cómo es posible que hicieras algo tan estúpido? Te lo he dicho mil veces, tienes derecho a enamorarte, a que te amen, esa mujer allá afuera, se nota a mil kilómetros que ella está