CAPÍTULO DIEZ Riley intentó ignorar las tensiones dentro del vehículo del FBI mientras ella y Bill se dirigía a entrevistar a la esposa de una víctima de envenenamiento. Pensó que Barb Bradley podría ser una sospechosa viable. El hecho de que ella entregaba lencería le parecía posiblemente significativo. Si la mujer hacía entregas médicas, tal vez también tuvo acceso a Cody Woods, quien se había admitido a sí mismo al hospital donde murió. Era obvio que nadie en la policía de Seattle estaba feliz por la presencia de dos agentes de Quántico. Pero tampoco parecían estar contentos entre sí. “Quizás la animosidad local está extendiéndose”, pensó Riley. Ya los agentes que Sanderson les había asignado para trabajar con ellos estaban irritándola. Se dijo a sí misma que era una sensación irraci