La celebración fue hasta muy tarde en la noche, pero pensándolo bien, a quién le importa era nuestra despedida de solteros, bailábamos juntos, Albert ya no se despegaba de mí, un compañero del pelotón me invito a bailar y Albert asintió sabía muy bien que no iba a atreverse a nada porque me conocían como era mi carácter y por lo que su mayor estaba allí y era su novia. Terminamos de bailar y me dejo junto a mi novio agradeciendo, me senté en sus piernas mientras al disimulo me lamia la nuca, me estaba excitando y le susurré —Albert nos pueden ver carajo —Más me apretó contra su cuerpo diciendo meloso —Mi gordis, te amo además nos pertenecemos en cuerpo y alma, ya quisiera irme para estar juntos en la casa —El muy bandido seguía lamiendo me viró el rostro y me beso fue un beso apasionado